El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

lunes, 15 de febrero de 2010

Informe para el año 2009

La Brigada contra la Violencia Familiar trabaja desde el año 2006 los 365 días del año durante las 24 horas concurriendo al escenario de la violencia y deteniendo si es posible al golpeador.

Desde ese año hasta el 31 de enero de 2009 asistió a 3.015 víctimas en sus domicilios concurriendo ante el llamado telefónico gratuito realizado por la víctima o conocidos de la misma a la Línea gratuita 137.

La tarea de la Brigada continúa durante las 72 horas posteriores al hecho acompañando a la víctima a la comisaría, al hospital, buscándole refugio y asesorándola cuando necesita asistencia jurídica. Se trabaja en terreno.

En esta situación, si la causa es enviada a un juzgado, el juez solicita un diagnóstico de riesgo de la situación familiar para lo cual demanda la intervención del Cuerpo Interdisciplinario contra la Violencia Familiar (que depende del mismo Programa) ya que es necesaria la entrevista con el golpeador. Argentina es el único país del continente donde existe este sistema de trabajo.

Se advierte: la estadística responde a intervenciones en domicilio y en calle. Si incluyésemos los llamados telefónicos para realizar consultas, la cifra ascendería a 12.000 llamados.

La Brigada contra la Violencia Sexual, que depende del mismo Programa, desde julio 2006 hasta el 31 de enero del 2009 atendió a 2.204 víctimas de violación y abuso sexual. La Brigada se ocupa del diálogo en las comisarías, de trasladar al hospital a la víctima y de acompañarla para mantener la denuncia. Gracias a esto se logró identificar un significativo porcentaje de violadores.

La Brigada Niñas que recorre las calles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires rastreando a sujetos que prostituyen niñas. Actúa desde el año 2006 y detiene a quienes son sorprendidos en dicha actividad.

Las estadísticas se mantienen en confidencialidad.
Estas actividades que se realizan con éxito en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se complementarán, a partir del año 2009, con un curso de entrenamiento y capacitación para las provincias. El mismo constará de una asistencia de profesionales expertos en la materia que viajarán a cada provincia y darán cursos durante 4 meses de 120 horas.

Docencia:

A partir de marzo de 2009 la asignatura “Violencia Familiar: su prevención, recepción y atención a las víctimas” forma parte de la currícula obligatoria de las escuelas de la Policía Federal Argentina: Escuela de Suboficiales, de Cadetes y Escuela Superior.

Cuerpo Interdisciplinario de Protección Contra la Violencia Familiar:

El Cuerpo Interdisciplinario contra la Violencia familiar con trece años de práctica se integro en el Programa Las Víctimas Contra Las Violencias durante el año 2008, por Resolución del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos N° 170. Tiene a su cargo responder las consultas de los jueces acerca de las situaciones de riesgo de los grupos familiares, además de otras actividades.

Otras Áreas:

Entrenamiento y Capacitación en Trata de Personas:
El Programa tuvo y tiene a su cargo el entrenamiento para el personal de mujeres profesionales que intervienen en la Oficina de Rescate y Acompañamiento a Personas Damnificadas por el Delito de Trata que depende de la Jefatura de Gabinete del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. Es el personal que participa en los allanamientos haciéndose cargo de las mujeres (adultas y menores esclavizadas) y acompaña a las víctimas durante sus declaraciones ante la Justicia Federal.


El Programa cuenta además con las siguientes Áreas:

Área de Docencia: destinada a la realización de cursos para el personal del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias y para el exterior.
Área de Relaciones Internacionales.
Área de Cuidado a los Cuidador@s: realiza grupos de creatividad y técnicas psicodramáticas, destinada a aportar recursos diferentes para l@s profesionales exigidos por su tarea permanente con víctimas.
Área de Estadística.
Área de Informática.
Área de Relaciones Profesionales con la Comunidad: se ocupa de respuesta a las consultas que realiza la comunidad sobre las temáticas que aborda el Programa Las Víctimas Contra Las Violencias.
• Área de Informes: se encarga de las intervenciones jurídicas y la redacción de informes.

La regulación del Área Administrativa está a cargo de personal especializado, juntamente con una Encargada de Personal.

Convenio Marco entre la Defensoría General de la Nación y el Programa "Las Víctimas Contra Las Violencias" del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos

Entre el Ministerio Público de la Defensa, representado en este acto por la Sra. Defensora General de la Nación, Dra. Stella Maris Martínez, con domicilio en la avenida Callao 970, 6° piso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por una parte, y el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, representado por en este acto por el Sr. Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos Dr. Julio Alak, con domicilio en la calle Sarmiento 329 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la otra, y teniendo en cuenta:

Que ambos organismos, en su calidad de actores fundamentales del sistema judicial, están llamados a cumplir un rol estratégico en el desarrollo y ejecución de políticas dirigidas a la protección de los derechos fundamentales de las personas y en especial de los sectores más vulnerables.

Que, asimismo, se encuentran comprometidos en la tarea de adoptar mecanismos que aumenten sus capacidades y desarrollos institucionales para garantizar la efectiva vigencia de los derechos humanos y facilitar el acceso a la justicia de los niños, niñas y adolescentes.

Las partes convienen en impulsar acciones para el cumplimiento de esos objetivos, generando cambios que refuercen la prestación del servicio de justicia.

Que por todo ello, celebran el presente Acuerdo de Cooperación y Asistencia Técnica, sujeto a las siguientes cláusulas:

PRIMERA: El objeto de este convenio es establecer un programa mediante el cual el Ministerio Público de la Defensa preste colaboración al Programa “Las Víctimas Contra las Violencias” del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, desarrollando sus incumbencias naturales para la protección de las personas menores de edad víctimas de delitos contra la integridad sexual y de trata.

SEGUNDA: En los casos en los cuales resulte necesaria la intervención de este Ministerio Público de la Defensa a tenor de lo dispuesto en el artículo 59 del Código Civil y artículo 54 de la ley N° 24.946, se asignarán como Defensorías Temáticas en el marco del proyecto, a las Defensorías Públicas de Menores e Incapaces de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y del Trabajo N° 2 y 3 a cargo de los Dres. José Atilio Álvarez y Marcelo Gabriel Calabrese respectivamente, en meses pares e impares. Para que atiendan los casos que el Programa “Las Víctimas Contra las Violencias” del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación derive, cuando estos necesiten la protección y asistencia del Ministerio Público.

TERCERA: Los Sres. Defensores Públicos de Menores e Incapaces intervendrán en plena aplicación de la normativa constitucional, de los tratados internacionales, los códigos Civil, y Penal y procesales, la ley N° 24.946 y todas las normas nacionales y locales de protección de los niños, niñas y adolescentes, incluyendo la representación de personas menores de edad en querellas, acciones civiles, reclamos por daños y perjuicios en mediación y en juicio, venias y autorizaciones judiciales, cuando no lo hicieren sus representantes necesarios o estuvieren impedidos de hacerlo, alejados de ellos o con intereses contrapuestos. En el ejercicio de esta función deberán tener especial cuidado de no afectar el ámbito de competencia asignado por la Ley N° 114 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de las instituciones y mecanismo previstos por la Ley N° 26.061.

CUARTA: El Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación se compromete a brindar el personal especializado para funcionar como enlace entre los organismos, así como a proveer el material necesario para desarrollar las actividades pertinentes.

QUINTA: El presente convenio entrará en vigor a partir de la fecha y tendrá una duración por todo el año 2010, prorrogable automáticamente por períodos iguales, salvo que una de las partes comunique a la otra, con treinta días de antelación, su voluntad de resolverlo antes del plazo establecido o de no prorrogarlo.


Leído y ratificado el presente se firman dos ejemplares de un mismo tenor y a un solo efecto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el del mes de enero de 2010.

lunes, 8 de febrero de 2010

Las violaciones del 2010


Página 12 - Sociedad> Opinión.
Viernes 04 de Diciembre de 2009.


Por Eva Giberti*.

¿Cuántas violaciones de mujeres y niñas se esperan para el año 2010?

No resultaría complejo ensayar un cálculo, una proyección según la tendencia actual, si tuviésemos en cuenta las estadísticas que nos permiten elaborar las víctimas atendidas mediante la Brigada que las asiste y que forma parte del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

Cuando revisamos nuestros números confirmamos lo que ya es sabido: el 95 por ciento de las víctimas son mujeres adolescentes y niñas. No es novedad.

También encontramos que las edades preferidas por los violadores para violar corresponden a quienes tienen entre 19 y 29 años y muy cerca, estadísticamente, las víctimas que tienen entre 11 y 15 años. ¿Y las más chiquitas? Entre los 0 y los 5 años un 22 por ciento, con una característica especial: el 15 por ciento son niñas y el 7 por ciento son varones de esa edad.

¿Cómo aparecen los más pequeños? Por lo general es su madre quien denuncia y con ella es preciso trabajar para que, además de prometerse a sí misma que “llegará hasta las últimas consecuencias” para detener al violador, en su vivencia singular querría tenerlo delante y no necesariamente para insultarlo. Lo que en estas situaciones importa es no incurrir en la denominada revictimización presionando a la criatura para que cuente lo que no siempre puede contar.

La resistencia a establecer contacto con las comisarías en estas situaciones proviene de hechos históricamente reconocidos: la imprudencia de las preguntas impuestas por algunos policías que recibían a la víctima generó el rechazo que aún hoy encontramos. Actualmente la situación es diferente y es estrictamente necesario que la comunidad conozca cuál es el mecanismo que hoy en día ponemos en marcha cuando una víctima de violación recurre a una comisaría. Porque la atenderán las profesionales de la Brigada que se ocupa de los Delitos contra la Integridad Sexual formada por mujeres.

La víctima que recurre a la comisaría, mediante la intervención de esta Brigada que depende del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, recibirá de inmediato la imprescindible atención médica y psicológica así como la defensa de sus derechos, empezando por exigirle al Estado la detención del delincuente. Cualquier comisaría debe llamar inicialmente a esta Brigada y no incorporar diálogos con la víctima. No dudo que alguien podrá contar: “No es cierto, porque yo conocí a una chica a la que le preguntaron de todo...” Esta es la primera de las desmentidas con la que nos encontramos, en la cual se funden memorias de años anteriores.

La resistencia podría insistir: “Pero después me van a hacer volver para declarar...” Este punto es clave: siempre le pedirán que declare, porque ha sido víctima de un delito. La diferencia con la Brigada Móvil reside en que estas dos profesionales, además de acompañar a la víctima en la comisaría, y escucharla según el tiempo que precise para hablar, la trasladan en un automóvil al hospital donde se le suministra la dosis de medicamentos necesarios para impedir la infección por VIH, junto con la pastilla del “día después” para evitar un embarazo. Procedimiento que se realiza acompañando permanentemente a la víctima, además de comunicarse con la familia –o quien la víctima solicite– para intentar neutralizar los posibles comentarios negativos que podrían partir de una madre o de un padre que elige criticar a la víctima porque salió de noche o porque llevaba falda corta (críticas y acusaciones que están muy lejos de ser excepcionales).

Estos procedimientos se tornan complejos cuando la víctima en un 50 por ciento de las historias conoce al violador. O sea: es su cuñado, un amigo de su hermano o un vecino. Porque en estas situaciones la familia suele sabotear la necesidad de la denuncia “para mantener la paz familiar”. Situación que complejiza el estado de ánimo de la víctima y que reclama otro extenso artículo especializado.

Estos porcentajes
¿Se mantendrán durante el año 2010? Estoy utilizando los obtenidos durante el año 2008, que no incluyen los acompañamientos de las víctimas a las revisaciones clínicas a cargo de los médicos forenses, tema que abre un capítulo delicado, así como la intervención de los médicos legistas (que pertenecen a la Policía Federal). Estos son puntos cuya exposición, que estimo la comunidad debe conocer, gravitan de manera particular en el acompañamiento inmediato y seguimiento de una víctima de violación, la cual debe ser cuidadosa y celosamente protegida de cualquier intervención periodística que intente fotografiarla o localizar su domicilio. El hecho constituye, cuando se produce, una nueva violación, intentando “ver si se le nota en la cara o en alguna parte del cuerpo lo que le pasó”, lograr algún detalle que pueda ilustrar las fantasías de televidentes o lectores.

Puedo anticiparles que los detalles forman parte de un ensangrentado basurero mundial, tan antiguo como la historia de la humanidad y el porcentaje de sus miembros activos. Tal como las estadísticas lo evidencian, muestran que el 98 por ciento de los violadores son varones. Estoy utilizando datos que abarcan desde enero a junio del año 2008, con un total de 358 intervenciones de la Brigada.

La proyección que podríamos realizar, para suponer qué nos espera durante el año próximo, no constituye misterio: si no se detiene a los violadores –para lo cual es fundamental el refinamiento de los criterios jurídicos que reconozca a la víctima como tal en lugar de sospechar de ella–, si no se los detiene, se potenciará la violación como delito “esperable y fatal”. Detenerlos reclama una tarea a cargo de la víctima: mantener su denuncia y colaborar en la prevención, para que a otras mujeres no les suceda lo mismo. Merced a estas conversaciones con las mujeres violadas ha sido posible rastrear y detener a violadores que años antes se mantenían en el anonimato.

Pero, “mantener la denuncia significa concurrir a la policía para identificar al violador y yo no quiero que me hagan preguntas...” Ningún policía le hará preguntas: podrá sentarse delante de una computadora en un recinto aislado de otras personas y acompañada por una colega de la Brigada Móvil –que ha concurrido a su domicilio para buscarla– tratando de reconocer al sujeto; o bien para dictarle el identiquit a un policía que intentará reproducir los rasgos del violador según ella los describa.

Las preguntas aparecerán en otro lugar, si el fiscal o el juez lo estiman pertinente: éste es un tema interesante particularmente cuando son las mismas profesionales las que acompañan durante esas entrevistas en ámbito judicial. Corresponde saber que las profesionales de la Brigada con frecuencia son citadas a declarar, ya que fueron las primeras y generalmente únicas que escucharon –sin interrogar– la narración que la víctima aportó. Y son estas profesionales las que describen el estado en que encontraron a esa persona cuando, en comisaría, tomaron contacto con ella, momentos después de haber sido violada.

La comunidad no puede ignorar que, en situación de violación, cualquier comisaría de la ciudad de Buenos Aires tiene la obligación de llamar a la Brigada Móvil. Los jueces, fiscales y defensores conocen perfectamente este procedimiento que existe desde el año 2006 y saben que cuentan con el testimonio técnico, vital y sin titubeos que aportan las colegas de la Brigada Móvil cuando se les solicita. Lo cual sucede con frecuencia.

Los derechos de las víctimas –internacionalmente protegidos– exigen que se la proteja de cualquier interrogatorio dirigido a descripciones de la violación en sí, fogoneado por la curiosidad masturbatoria de algún funcionario. La presencia de las colegas de la Brigada Móvil le garantiza a la víctima una atención inmediata, lo cual es significativamente diferente de una visita a una institución, donde, escritorio mediante, relatará lo sucedido durante días u horas anteriores. Las colegas de la Brigada Móvil se mantienen al lado de la víctima en todo momento, después de haberse entrenado a partir de filosofías y técnicas reguladas por la ética de las víctimas (como dimensión actual de la tarea en este campo).

Podemos suponer que la tendencia futura de las violaciones –comparando estadísticas y países– es correlativa con las características del género masculino que incluye al universo de los violadores. También podemos suponer que, advertida la comunidad de que cuenta con un equipo que funciona a toda hora y durante todos los días del año –si bien el caudal más significativo de intervenciones se produce los días domingo entre las 13 y las 18–, queda a su cargo la responsabilidad de exigir respeto hacia las víctimas así como decisiones políticas referidas a los delitos contra la integridad sexual. También queda a cargo de la comunidad denunciar (no siempre al violador, en oportunidades es preciso que la gente se haga escuchar frente a determinadas decisiones jurídicas) y saber que los derechos de quien delinque están legalmente protegidos. Si las personas violadas pudieran hacer valer los propios, ¿sería necesario describir cómo trabajamos con ellas?

* Coordinadora del Programa "Las Víctimas Contra Las Violencias", Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

La víctima es la víctima


Página 12 - Sociedad> Opinión.
Viernes 27 de Noviembre de 2009.


Por Eva Giberti*.


El tema se les ha escapado de los mensajes en los correos electrónicos y de las listas y foros regulados por mujeres preocupadas e interesadas en el tema violencias contra el género.

Ya no somos tan sólo un grupo de mujeres que, en nuestro país y desde la década del 80, introducíamos el tema violencia familiar en cualquier lugar en el que participábamos; ahora las páginas de los periódicos, las voces de las radios y las imágenes de la tevé abundan en advertencias, denuncias y promoción de los derechos humanos de las mujeres.

Imposible desconocer la existencia de golpeadores decididos a imponer sus prepotencias en la vida de las mujeres y no alcanzan las excusas del imaginario social que sostenía que “siempre fue así”, ni resultan graciosas las letras de tango que se regocijan afirmando que “si no te rompo de un tortazo es por no pegarte en la calle”. Y en cuanto una cumbia o un rap amaga con promover el estilo, desde las legislaturas surge alguna diputada reclamando el límite para ese segmento de educación que la música popular promueve.

Jamás supusimos que el universo de golpeadores y de sus cómplices, admiradores, sostenedores, justificadores y defensores retrocedería y esperábamos la aparición del recodo desde el cual pretenderían avanzar. Recodos hubo muchos. Ahora el nuevo invento resultaría ingenuo si no fuese peligroso. Reside en que en determinadas instituciones oficiales, ante la mujer golpeada que denuncia al compañero que forma parte de esa institución, se utilizará la palabra “entrevistada” cuando ingresa en el circuito de admisión. Le tocará a ella demostrar que sus lesiones estuvieron a cargo del golpeador. Hasta que lo demuestre legalmente no será una víctima. Lógica que responde a una antigua historia relacionada con el Código Penal Procesal, que depende de una sentencia relativa a la “denunciante” no evaluable como víctima. Estamos frente a un cuidadoso respeto por el tramo jurídico que involucre la violencia familiar, frecuentemente caratulada por los jueces, una vez que se ha judicializado la historia, como “lesiones leves” (procedimiento que torna muy complejo realizar estadísticas acerca de esta índole de violencias clasificadas según una nomenclatura que elude su nombre propio, fenómeno que encontramos en todo nuestro país).

¿Qué sucedería con las estadísticas si siempre se procediera de ese modo, refiriéndose a “entrevistadas”, por ejemplo cuando la víctima recurre a una institución pidiendo ayuda o cuando nos llama por teléfono al número 137 –abierto los 365 días del año– para que la Brigada Móvil que atiende urgencias en violencia familiar llegue a su domicilio y la conduzca a realizar la denuncia y al hospital para ser atendida, además de buscarle un refugio transitorio? ¿Deberíamos pensar que esas mujeres refugiadas en un rincón de la casa y abrazadas a sus hijos serán nuestras entrevistadas o las víctimas a las que debemos auxiliar y asesorar?

Con la idea de “entrevistadas” –negando en la admisión que nos encontramos ante una mujer golpeada– empezarían a perder sentido las declaraciones de los organismos internacionales que vienen calificando la violencia como lo hizo Kofi Annan, secretario general de la ONU: “La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema con proporciones de epidemia, quizás la violación de los derechos humanos más generalizada de las que conocemos. Destroza vidas, rompe comunidades y detiene el desarrollo”. ¿Acaso Annan hablaba de “entrevistadas”?

Los médicos que atienden en sus consultorios a una mujer que solicita atención y no cuenta que la fractura de su brazo es producto de un golpe, ¿deberá considerarla protagonista de una entrevista profesional y admitirla como “accidentada” en lugar de alertarse ante una posible víctima de violencia familiar?

Otro modelo “de vanguardia”
Este elude la existencia de la víctima al hablar de “mujeres en situación de violencia”. El argumento recala en una bienintencionada tesis: calificar a la víctima como tal es estigmatizarla. Sabemos que estigma corresponde al latín stigma, marca impuesta con hierro candente. O sea, quedará instalada de manera permanente. Que es lo que le sucede a la mujer golpeada. Más aún, quienes trabajamos con ellas años después de haber finalizado su relación con el golpeador, sabemos que titubean en contar públicamente “yo fui una mujer golpeada”; es decir, el recuerdo de haber sido infamada por la violencia no desaparece porque ahora ella ya no la padezca y podamos luchar abiertamente contra ese delito. Parte de la gravedad del mismo resulta de los efectos que esa violencia incrustó en la víctima, aunque ella actualmente haya finalizado ese periplo.

La pretensión de proponer la frase “mujer en situación de violencia” puede ser producto del deseo de que ella sobreviva lúcidamente de esa situación, dado que ése es uno de los principios básicos en el que trabajamos con mujeres golpeadas, puesto que de una situación se emerge y de un estigma no. El punto de inflexión es ése: la mujer podrá sobreponerse a la situación, la modificará –cuando pueda–, pero la marca que puso en marcha y definió su necesidad de huir de la violencia y de denunciar al golpeador está sostenida por la memoria del estigma con que el golpeador la marcó. Es esa ferocidad de la marca la que se instituye en potencial para defenderse.

Los argumentos de los sueños de las mujeres que fueron golpeadas y eludieron la violencia, los sobresaltos con que responden, años después de haberse separado del golpeador ante contactos bruscos (empujones casuales por ejemplo), nos hablan de la memoria marcada aunque en la vida se haya “superado” la experiencia como víctima. La preocupación por la estigmatización reside en que se teme que sea la comunidad la que descalifique a quien fue golpeada –lo que suele suceder– y se supone que suprimir la palabra víctima y sustituirla por “mujer en situación de violencia” logrará la maravilla.

Esa sustitución semántica no educará a la comunidad, por el contrario, tiende a disimular que hay golpeadores que producen marcas perdurables. “Mujer en situación de violencia” se desliza hacia el achicamiento o encubrimiento de esa violencia a la que se posiciona como “situacional”, es decir, modificable en sí y transitoria. O sea, desconoce los femicidios en aumento.

También desconoce la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1985: “Se entenderá por víctima a las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados miembros, incluida la que proscribe el abuso del poder”.

El universo preocupado por neutralizar los movimientos que actualmente transparentan la gravedad de las distintas formas de violencia contra las mujeres genera alternativas destinadas a revertir lo que en materia de esas violencias ya se ha evidenciado como problema grave. Actualmente, apenas se sostienen los mitos alrededor de la violencia familiar o doméstica pero se crean modelos propios de la violencia simbólica, como los que acabo de enunciar. Lo cual propicia que tengamos, cada día, una responsabilidad creciente: la inteligencia siempre encendida y la acción irrenunciable.

* Coordinadora del Programa “Las Víctimas Contra Las Violencias”, Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.