DIA INTERNACIONAL PARA LA PREVENCION
DEL ABUSO INFANTIL
19 de Noviembre
19 de Noviembre
ASAPMI - La Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infanto Juvenil, en ocasión de una fecha tan especial e importante para nuestro colectivo, cree necesario hacer llegar a la comunidad en general las siguientes reflexiones acerca de la situación que atraviesa actualmente esta problemática en nuestro país:
- Más que nunca antes está en vigencia todo el marco legal y constitucional que engloba el accionar jurídico para hacer posible la misión de protección a la infancia que nuestro país se ha comprometido a llevar adelante.
- Sin embargo, en los hechos asistimos a una serie de retrocesos legales y a deficiencias en la respuesta del sistema de justicia, que hacen sumamente difícil concretar en la práctica decisiones conducentes a una real y efectiva protección de nuestros niños, niñas y adolescentes.
- Sucede que a partir del arribo del fenómeno “backlash” - contra movimiento de reacción al proceso de la visibilización de la violencia familiar en general y del maltrato infanto-juvenil en particular que, al igual que en España, en nuestro país ha adquirido particular virulencia -, se ha generado una incansable usina de argumentaciones y pseudo argumentaciones tanto desde el orden jurídico como desde la psicopatología para denostar no sólo las denuncias de abuso sexual y maltrato infantil, sino también a quienes denuncian, diagnostican y tratan a las víctimas. Entre otras, las fantasías infantiles, la inducción maliciosa, el síndrome de alienación parental, la no credibilidad del relato y más recientemente la invalidez del testigo único son señaladas reiteradamente por defensores, jueces e incluso por fiscales.
- A ello ha coadyuvado, la inclusión de profesionales de diferentes disciplinas con una capacitación y un entrenamiento deficiente para trabajar en esta temática y/o con magros conocimientos de los marcos propios y específicos relativos al abuso sexual infantil (ASI).
- Este panorama sombrío se agudiza cuando el niño, la niña, el adolescente - e incluso el adulto discapacitado o que padece una grave patología psiquiátrica -, no quieren o no pueden verbalizar o relatar el abuso sexual padecido; situación en que la Cámara Gesell suele ser el paso al sobreseimiento de la causa, con consecuencias concretas en los procesos que tramitan ante los tribunales de familia, como la imposición de procesos revinculatorios desaconsejados, incluso bajo apercibimiento de cambios de tenencia, cuando no la iniciación de procesos de daños y perjuicios contra los profesionales intervinientes que han denunciado, tratado o diagnosticado una presunción de ASI.
Los casos que se suceden nos comprometen con mayor fuerza que nunca a continuar una lucha inclaudicable por los niños, niñas y adolescentes que sufren maltrato, abuso, negligencia, deprivación de cuidados, etc., por parte de sus organizaciones familiares y por las instituciones.
- Más que nunca antes está en vigencia todo el marco legal y constitucional que engloba el accionar jurídico para hacer posible la misión de protección a la infancia que nuestro país se ha comprometido a llevar adelante.
- Sin embargo, en los hechos asistimos a una serie de retrocesos legales y a deficiencias en la respuesta del sistema de justicia, que hacen sumamente difícil concretar en la práctica decisiones conducentes a una real y efectiva protección de nuestros niños, niñas y adolescentes.
- Sucede que a partir del arribo del fenómeno “backlash” - contra movimiento de reacción al proceso de la visibilización de la violencia familiar en general y del maltrato infanto-juvenil en particular que, al igual que en España, en nuestro país ha adquirido particular virulencia -, se ha generado una incansable usina de argumentaciones y pseudo argumentaciones tanto desde el orden jurídico como desde la psicopatología para denostar no sólo las denuncias de abuso sexual y maltrato infantil, sino también a quienes denuncian, diagnostican y tratan a las víctimas. Entre otras, las fantasías infantiles, la inducción maliciosa, el síndrome de alienación parental, la no credibilidad del relato y más recientemente la invalidez del testigo único son señaladas reiteradamente por defensores, jueces e incluso por fiscales.
- A ello ha coadyuvado, la inclusión de profesionales de diferentes disciplinas con una capacitación y un entrenamiento deficiente para trabajar en esta temática y/o con magros conocimientos de los marcos propios y específicos relativos al abuso sexual infantil (ASI).
- Este panorama sombrío se agudiza cuando el niño, la niña, el adolescente - e incluso el adulto discapacitado o que padece una grave patología psiquiátrica -, no quieren o no pueden verbalizar o relatar el abuso sexual padecido; situación en que la Cámara Gesell suele ser el paso al sobreseimiento de la causa, con consecuencias concretas en los procesos que tramitan ante los tribunales de familia, como la imposición de procesos revinculatorios desaconsejados, incluso bajo apercibimiento de cambios de tenencia, cuando no la iniciación de procesos de daños y perjuicios contra los profesionales intervinientes que han denunciado, tratado o diagnosticado una presunción de ASI.
Los casos que se suceden nos comprometen con mayor fuerza que nunca a continuar una lucha inclaudicable por los niños, niñas y adolescentes que sufren maltrato, abuso, negligencia, deprivación de cuidados, etc., por parte de sus organizaciones familiares y por las instituciones.
Comisión Directiva de ASAPMI
Buenos Aires, Noviembre de 2011.
Buenos Aires, Noviembre de 2011.
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