En el 300 y en el 1600, dos barbaridades que atentan contra el patrimonio.
Publicado en Página/12. "Suplemento M2".
Domingo, 21 de octubre de 2012.
La esquina de Alsina y Piedras guardaba bastante cielo, cosa rara en el centro porteño. Quien quiera ver esa luz urbana tendrá que apurarse, porque el gobierno porteño autorizó un acto de barbarie como pocas veces, y eso que es este gobierno porteño. En esa esquina, frente a la iglesia, se alzaba una de las casas más notables que le quedaban a esta ciudad demolida, una airosa residencia de nuestro estilo victoriano, italiana, cribada de máscaras, leones, columnas, pilastras, entablaturas, ménsulas y herrerías. Esta casa rosada hasta mostraba sobre la esquina un mirador vidriado, un balcón romántico, y estaba incluida en cuanto libro y catálogo de patrimonio se publicara en Argentina, incluido el de la Secretaría de Cultura de la Nación. En una burla a todos, el macrismo autorizó que la destruyan por dentro para hacer una torreta de cemento burdo de 29 metros de alto.
El autor intelectual de este acto es el arquitecto Mariano Corccha, que firma el proyecto y muestra una audacia notable: ¿qué podrá hacer que supere la armonía tradicional de lo que se destruyó? ¿Qué se le ocurrirá que combine con la “pantalla” en que quedó convertida la fachada de la casa? A la pregunta de cómo puede ser que se permitan semejante barbaridades se la contesta leyendo el cartel de obra. Ahí uno se entera de que el terreno tiene 920 metros cuadrados y un FOT de 4,47, con lo que se pueden levantar 4157,18 metros cuadrados a 28,84 metros de altura exactos. Como la casona ocupa prácticamente todo el terreno –es de una época en que no le daban mucha bola a los aire luz– se puede asumir que ya había construidos unos 1500 metros por lo menos. Evidentemente, es negocio demolerlos y levantar otros 2500, para hacer números redondos.
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