Algunas frases del decir popular clamaban, entre críticas y
desconcertadas: “¿Todo este barullo porque mataron a varias mujeres?
¡Matan a tantos hombres todos los días! Y nadie hace nada. Ahora está de
moda hablar de violencia de género, o familiar... Siempre pasaron estas
cosas... Ahora es para hacer política...”
En las bares, boliches y espacios históricamente masculinos se bate
el parche contra la Convocatoria de hoy, con la que tropieza el
patriarcado despótico.
También en alguna sesión psicoterapéutica se infiltra el fastidio y
la queja de aquellos varones sobrepasados por el escándalo que el este
encuentro significa. El escándalo no es la muerte de las mujeres, sino
la vida de ellas, como siempre, pero más que siempre, levantando la
voz... Voces insoportables cuando definimos que se mata a las mujeres
porque son mujeres, cuando se elige el alarido para hacerse oír, se
desbaratan los silencios impuestos y se transitan las calles promoviendo
los caminos del reclamo y la denuncia.
“¡Pero esto es pura agitación!... A las suegras dan ganas de
matarlas, a las putas hay que explotarlas, a las minitas hay que
acosarlas, porque siempre fue así y ahora no pretendan cambiar lo que ya
se sabe cómo funciona.”
A tales principios falta añadirle: “Y yo con mi hija/niña hago lo que quiero y a mi empleada le pago menos que al varón”.
No obstante, en ese clima cotidiano –desde las mujeres– brotó la
indignación ante los femicidios; un clima que está impregnado por los
chistes denigrantes hacia la mujer, por los programas de tevé que
fogonean el machismo y las emisiones radiales donde las locutoras están
obligadas (¿?) a reírse permanentemente festejando no se sabe qué,
siempre aportando una imagen de complacencia con el conductor. (No me
digan que también hay mujeres asesinas, porque la frase es parte del
clima que aloja a los homicidas.)
En ese clima la Convocatoria dibuja un horizonte donde la palabra es
un recurso que habilita el pensamiento e impulsa la acción que se
instala en las calles. Se impone el nombre mayúsculo: ni UNA menos, para
que de una buena vez las mujeres, cuando hablemos de nosotras mismas no
digamos UNO, sino UNA como corresponde: “Una piensa que...” Y propone
un universo donde todas estemos presentes, ni UNA menos.
Así sucede en compañía de los varones que acompañen, aprendiendo a
pensar cómo modificar ese clima en el que crecieron y muchos
propiciaron, hasta ahora. El horizonte separa, Convocatoria mediante, la
vida de la muerte. Horizonte que las mujeres estamos diseñando desde el
principio de los tiempos, sin retroceder, actualmente proponiendo una
acertada consigna que denuncia la crueldad como hábito, las impunes
libertades de los violentos y rescata las voces de las mujeres presentes
en la ausencia de sus muertes.
*Publicado en Pagina/12-el día 3/6/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario