El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

jueves, 19 de enero de 2012

Decisiones claras

Por Eva Giberti.
Coordinadora del Programa
Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación.
Publicado en Diario Zeta. "Sociedad".

Jueves, 19 de Enero de 2012.


En los delitos sexuales la sospecha recae, en general, sobre al víctima. Hay que tomar en consideración que estadísticamente el número de mujeres que son víctimas es mucho mayor al de varones o transgéneros. La mujer queda colocada siempre en el lugar de la sospecha. Esto viene desde el mito bíblico. Se supone que Eva fue la responsable del mal. La tendencia es desculpabilizar al varón, faciítarle la situación de impunidad, y para que esto pase la responsabilidad se hace recaer sobre la mujer. Es paradojal e inmoral, y producto de las políticas patriarcales que regulan a la mayoría de las culturas de nuestra América. Los argumentos que se suelen buscar o inventar para esto son los vinculados a la provocación. "Ella lo provocó", dicen, y esto puede adjudicársele hasta a una nena de 10 años, se ha visto incluso en casos llevados a tribunales.

La tendencia es también a mantener el mito de que el varón es el protector de la mujer, el responsable nutricio, y cuando la evidencia muestra que ocurre todo lo contrario ésta se enfrenta con fuertes y arraigadas pautas culturales. Se produce un dolor psíquico significativo, porque desordena el pensamiento. La pauta dice que el padre es el protector, pero sabemos que hay padres que son protectores y padres que son violadores. Es difícil y doloroso tener que hacerse cargo de que la figura masculina es reiteradamente peligrosa, y la gente trata de evitarlo. Pero lo que es más grave es que esto se suele reproducir en la Justicia. Innumerables jueces adhieren a esta estrategia.

En relación a la prostitución, la experiencia nos muestra que habitualmente existe un proxeneta, o un "marido" detrás de la mujer, es decir, un explotador pero que también es "el hombre de" esa mujer. Los matices son múltiples. Lo más preocupante es que existen reglamentaciones y legislaciones en cuanto al ejercicio y a la práctica de la prostitución que no se cumplen. Es necesario impulsar una política de mayor rigor y severidad. Hay que avanzar con decisiones más claras en cuanto a quienes tienen que ejecutar la ley.

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