Por Eva Giberti*
**La frase, como
bien sabemos, la he resucitado de las alternativas estadounidenses en sus
luchas políticas cuando Bill Clinton se oponía a Bush. Y se escribía: “Es la
economía, estúpido”. La inteligencia popular terminó utilizándola internacionalmente
para subrayar distintos aspectos que se descuentan son los fundamentales y que
cuesta reconocer.
En este
momento es válido para quienes, caballerosos, se nos acercaron el 8M para
regalarnos una flor y en el colmo de la cortesía ensayaron un chocolate.
“¡Pero Eva!,
no se puede rechazar la buena onda de los que por lo menos tratan de ser
educados...” Pamplinas. Son formas del patriarcado mostrando una postura complaciente hacia nosotras,
tratándonos como niñas o señoritas subordinadas a las que hay que agasajar,
como contrafigura de los feminicidas, mostrándose galantes, y posicionándonos
al mismo tiempo como superiores y negando la igualdad de derechos en el Día
Internacional de la Mujer. Justamente en ese día la flor y el galanteo es una
provocación, cuando salimos a luchar contra las mañas y artimañas de las
diferencias homicidas y los abusos de poder.
¿De qué
cortesía y festejos nos hablan cuando salimos a gritar y a levantar las
banderas del Ni Una Menos? ¿No se dan cuenta de que no han entendido nada? ¿Que
persiste en ellos la imagen que le inculcaron desde niños acerca de lo que
significa ser mujer y que repiten los prejuicios acerca de ellas, seres
debiluchos, inferiores, desamparados de quienes es posible burlarse, apropiarse,
explotar y golpear?
Los regalitos
prendieron en las campañas publicitarias, a las que no se les puede pedir
sensatez porque su proyecto es económico y vendedor. Pero al compañero de
oficina que transporta la flor es
sencillo responderle: “Es la lucha, estúpido” y explicarle por qué ese día ella
estuvo “de paro”.
El “paro”
sensacional fue el que promovió Aristófanes en su literatura, en su obra
Lisistrata, cuya protagonista y sus seguidoras, hartas de que sus maridos y
amantes marchasen de guerra en guerra, en aquellos tiempos heroicos de la
Grecia Clásica, decidieron suspender con ellos las relaciones sexuales. Fue un
esfuerzo pacífico a favor de la paz en el que las mujeres se niegan a dejarse
conquistar por los varones para retomar su vida sexual. Por fin se logra la
paz. A nosotras nos faltan muchas décadas para conquistarla; mientras
continuaremos en prácticas como el 8M, intentando que entiendan que estamos en
lucha, con escasas preocupaciones por las rosas en los floreros.
¿Qué no se
entiende? ¿Por qué es preciso luchar? Hace décadas nos están viendo y
escuchando. Lo que se advierte hace dos o tres años es una aceleración de los
movimientos de mujeres que coincide con los ataques que recibimos y los
desdenes de los que tenemos que defendernos.
Si los
llamamos estúpidos, nos remontamos al latín stupidus, estar aturdido, no haber
entendido nada y en una de sus versiones (stupeo) stupidus homo: hombre
estúpido. También necio, insensato, inculto y estéril. Cuando se habla de
stupidus timore se refiere a inmóvil de miedo. O sea tenemos para elegir en
versiones latinas de estúpido que ahora pluralizamos.
Alguna señora
cae en la trampa y en mi facebook se agradece la atención. En latin no
encuentro el femenino de stupidus, pero debe existir.
Aparecerse con
una flor en el Día de la Lucha Compacta e Internacional como si fuera un
cumpleaños, cuando los carteles enarbolan los nombres de las víctimas de
feminicidios, de minusvalías en sueldos laborales, de abusadores sexuales en
libertad no es un descuido ni el producto de un aturdimiento. En todo caso
están aturdidos por el rumor de sus propios pensamientos patriarcales que
constituyen el horizonte de sus prácticas
cotidianas. No son simplemente necios, incultos, padecen la malévola
indiferencia del “a mí qué me importa interesarme por este asunto, yo cumplo
con las mujeres y las dejo satisfechas con un regalito”. La misma creencia y la
misma política que los lleva a creer que nos satisfacen con coitos incompletos y debilitados. Suponen
que ésa es la felicidad y la plenitud máxima para nosotras porque así se lo
hicieron creer sus mayores y así lo digirieron.
Pero es la
lucha, estúpidos, y no la atención floral, lo que nos incita a no ceder y estar
presentes para gozar en plenitud de derechos.
* Coordinadora del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias
**Publicado en Página/12 el día 10 de marzo de 2018
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