Publicado en El Diario del centro del País (Prov. de Córdoba).
"Noticias Locales"
Viernes 20 de Agosto de 2010.
Congreso Internacional organizado por el Consejo Provincial de la Mujer. Desde ayer y hasta el sábado se lleva a cabo en Córdoba capital el Congreso Internacional sobre Violencia hacia la Mujer. En la primera conferencia, Eva Giberti habló de la violencia simbólica, que hace ver como natural a la violencia física. La vicerectora de la UNVM coordinó uno de los paneles
Por Patricia Gatti.
De nuestra enviada.- En el Congreso sobre violencia de género hay un lenguaje compartido, diferente al de la mayoría de los medios o al que se reproduce en la calle. Es costumbre en esos ámbitos no excluir a las mujeres en el discurso. Es decir, no saludan “a todos”, sino a “todos y todas”.
No importa que el disertante sea de Venezuela, Ecuador o Chile, “ellos y ellas” tienen en cuenta ese detalle, que al fin de cuentas, puede ser más que eso, un detalle, pero en una de las conferencias del Congreso, la doctora Eva Giberti habló de las formas sutiles con las que la sociedad naturaliza la violencia contra las mujeres, como por ejemplo, excluirlas del lenguaje.
“Es muy común entre jueces y fiscales de Buenos Aires, donde nosotros trabajamos, que un caso de violencia doméstica sea caratulado como lesiones leves”, indicó la doctora en Psicología.
Esa carátula no corresponde a lo que realmente sucede, porque lesiones leves pueden ser consecuencia de una pelea callejera o de un choque, por ejemplo.
Lo que realmente sucede -y está contemplado en la legislación argentina-, es que ese expediente mal caratulado señala que el lugar más seguro para las víctimas, mujeres o niños, no es precisamente la casa. Y que además hay un agresor dentro de esas paredes en las que alguna vez proyectaron un hogar.
También dio como ejemplo otras formas de violencia simbólica, que se dan cuando ante una violación, los jueces tipifican el hecho como “abuso deshonesto”, cuando claramente deben decir “abuso sexual, ataque contra la dignidad de las personas”. “Es como si la honestidad de las mujeres estuviera entre las piernas”, agregó.
“Estas son las formas de violencia simbólica que no se ven, pero que pretenden justificar la violencia física y psicológica”, dijo.
Otra manera de reproducir la violencia es generando un discurso social que las mujeres escuchan desde niñas y que habla de su inferioridad.
“Cuando no pudieron decirnos más que no éramos inteligentes, nos calificaron de histéricas. Y les puedo asegurar que aunque la palabra venga de útero, hay muchos más hombres histéricos que mujeres”, afirmó en la conferencia seguida por un auditorio que quedó chico para la cantidad de inscriptos en el Congreso.
“Esa construcción de la identidad influye en las mujeres. Lo vemos a diario, en las víctimas, que en lugar de sentir furia, sienten vergüenza”, como si de una u otra manera creyeran que son culpables, explicó la doctora en Psicología y coordinadora de un programa sobre víctimas, del Ministerio de Justicia de la Nación.
Además del lenguaje y de la Justicia, hay otro espacio en el que se reproducen situaciones violentas: los medios de comunicación.
En ese punto, Giberti se excusó de ahondar demasiado porque “a diario se puede ver en el programa de Tinelli un espacio denigrante basado en convenciones que se sostienen por la colonización intelectual”.
Como síntesis, Giberti dijo que lo que plantean las mujeres es la búsqueda de igualdad de oportunidades. “Nosotros no nos quejamos, reclamamos. Exigimos”, remarcó.
Dijo además que su discurso no se funda en una batalla contra los hombres, sino en la convocatoria a hacer lo que invita “el final de la ópera Traviata, de Verdi: gocemos juntos”.
No importa que el disertante sea de Venezuela, Ecuador o Chile, “ellos y ellas” tienen en cuenta ese detalle, que al fin de cuentas, puede ser más que eso, un detalle, pero en una de las conferencias del Congreso, la doctora Eva Giberti habló de las formas sutiles con las que la sociedad naturaliza la violencia contra las mujeres, como por ejemplo, excluirlas del lenguaje.
“Es muy común entre jueces y fiscales de Buenos Aires, donde nosotros trabajamos, que un caso de violencia doméstica sea caratulado como lesiones leves”, indicó la doctora en Psicología.
Esa carátula no corresponde a lo que realmente sucede, porque lesiones leves pueden ser consecuencia de una pelea callejera o de un choque, por ejemplo.
Lo que realmente sucede -y está contemplado en la legislación argentina-, es que ese expediente mal caratulado señala que el lugar más seguro para las víctimas, mujeres o niños, no es precisamente la casa. Y que además hay un agresor dentro de esas paredes en las que alguna vez proyectaron un hogar.
También dio como ejemplo otras formas de violencia simbólica, que se dan cuando ante una violación, los jueces tipifican el hecho como “abuso deshonesto”, cuando claramente deben decir “abuso sexual, ataque contra la dignidad de las personas”. “Es como si la honestidad de las mujeres estuviera entre las piernas”, agregó.
“Estas son las formas de violencia simbólica que no se ven, pero que pretenden justificar la violencia física y psicológica”, dijo.
Otra manera de reproducir la violencia es generando un discurso social que las mujeres escuchan desde niñas y que habla de su inferioridad.
“Cuando no pudieron decirnos más que no éramos inteligentes, nos calificaron de histéricas. Y les puedo asegurar que aunque la palabra venga de útero, hay muchos más hombres histéricos que mujeres”, afirmó en la conferencia seguida por un auditorio que quedó chico para la cantidad de inscriptos en el Congreso.
“Esa construcción de la identidad influye en las mujeres. Lo vemos a diario, en las víctimas, que en lugar de sentir furia, sienten vergüenza”, como si de una u otra manera creyeran que son culpables, explicó la doctora en Psicología y coordinadora de un programa sobre víctimas, del Ministerio de Justicia de la Nación.
Además del lenguaje y de la Justicia, hay otro espacio en el que se reproducen situaciones violentas: los medios de comunicación.
En ese punto, Giberti se excusó de ahondar demasiado porque “a diario se puede ver en el programa de Tinelli un espacio denigrante basado en convenciones que se sostienen por la colonización intelectual”.
Como síntesis, Giberti dijo que lo que plantean las mujeres es la búsqueda de igualdad de oportunidades. “Nosotros no nos quejamos, reclamamos. Exigimos”, remarcó.
Dijo además que su discurso no se funda en una batalla contra los hombres, sino en la convocatoria a hacer lo que invita “el final de la ópera Traviata, de Verdi: gocemos juntos”.
Temario completo:
La primera jornada tuvo conferencias y paneles para todos los gustos, con destacados profesionales que vienen trabajando contra la trata de personas, contra la violencia de género y por el derecho laboral igualitario.
Villa María estuvo presente a través de la vicerectora de la Universidad Nacional de Villa María, Cecilia Conci, quien coordinó el panel sobre “Evolución de los derechos de las mujeres”. Conci es presidenta de la Comisión de Educación del Consejo Provincial de la Mujer, organizadora del I Congreso Internacional sobre Violencia hacia la Mujer y el II Congreso Internacional sobre Delitos contra la Integridad Sexual.
Villa María estuvo presente a través de la vicerectora de la Universidad Nacional de Villa María, Cecilia Conci, quien coordinó el panel sobre “Evolución de los derechos de las mujeres”. Conci es presidenta de la Comisión de Educación del Consejo Provincial de la Mujer, organizadora del I Congreso Internacional sobre Violencia hacia la Mujer y el II Congreso Internacional sobre Delitos contra la Integridad Sexual.
Programa para hoy:
La actividad de hoy comenzará a las 9, con un panel sobre “políticas públicas para la equidad de género”, donde participará Alejandra Vigo y referentes de otras provincias en acciones de inclusión de género. También están previstos paneles sobre trata de personas, delitos contra la integridad sexual y mujer y derechos humanos. También habrá conferencias como la de los especialistas chilenos Elías Escaff Silva y María Isabel Salinas Chaud, la venezolana María Josefa Ferrer y la ecuatoriana Guadalupe León.
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