El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

miércoles, 28 de julio de 2010

"Vínculos perversos entre dos juezas de menores y el genocida Ramón Camps"

Publicado en Diario MIRADAS al SUR. "Política".
Domingo 25 de Julio de 2010.
Por Gabriel Bencivengo. politica@miradasalsur.com

Un diálogo con la trabajadora social que pone en duda el trámite de adopción de la hija del CEO de Clarín Héctor Magnetto. Durante la dictadura trabajó con la jueza Delia Pons.

Lejos de la casualidad, los hechos suceden en un lugar y en un momento determinado. Examinar y poner al descubierto la densa –y muchas veces oscura– trama que los vincula es una tarea compleja. “Uno puede pensar que los casos de Ofelia Hejt y Delia Pons tienen líneas comunes. Ambas juezas se conocían y ambas tenían contacto con Ramón Camps”, afirma María Felicitas Elías.

La reflexión tiene como marco los antecedentes de las juezas. La primera es la fallecida titular del Juzgado de Menores Nº 1 de San Isidro que concedió las guardas de Marcela y Felipe –los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble–; y que también entregó en adopción a Andrés La Blunda, después de que sus padres fueran secuestrados en San Fernando. La segunda fue titular del Juzgado de Menores Nº 1 de Lomas de Zamora hasta el 1984, concedió la guarda de la hija adoptiva de Héctor Magnetto y está considera por los organismos de derechos humanos un símbolo de la complicidad judicial con el robo de bebés durante la dictadura por su participación en los casos de Emiliano Ginés, Sebastián Ariel Juárez y Jorgelina Paula Molina Plana.

María Felicitas Elías no es una novata en el tema adopciones. Además de una extensa trayectoria en el ámbito académico y de la investigación, tiene una larga experiencia en el terreno laboral que se forjó entre los años 1973 y 1984 en el propio juzgado de Pons, donde se desempeñó como trabajadora social. La situación la llevó a realizar a principios de 1984 la pericia ambiental en el expediente que tramitó la guarda de la hija adoptiva de Magneto y esposa. “Según el expediente, Magnetto y su esposa manifestaron que estaban paseando por la avenida Pavón, en Lanús, durante una mañana de invierno, cuando una mujer que estaba en la vereda les preguntó, mientras estaban detenidos en un semáforo, si podían cuidar de su hija porque tenía un problema. Aparentemente, ellos accedieron. Dos semanas después –según Magnetto y su esposa– como la madre no aparecía, fueron al juzgado de Pons. En esas circunstancias señalaron que la beba habría nacido el 13 de enero del 1984. La fecha hace imposible que sea hija de desaparecidos”, explica Elías. El expediente quedó caratulado como “subguarda” y se tramitó con el número de causa 8177.

La historia mantiene, al igual que muchos otros casos de adopción, puntos de contacto con lo relatado por Herrera de Noble cuando se presentó con un bebé en sus brazos ante la jueza Hejt. En este caso, corría el 13 de mayo del 1976, y la viuda de Noble, apuntalada por la complicidad de la jueza y dos testigos que resultarían falsos, manifestó que había encontrado a la criatura en el interior de una caja abandonada en la puerta de su residencia. El segundo acto se concretó semanas después, el 7 de julio, cuando Hejt le entregó en guarda una niña abandonada por una madre que, como se comprobaría luego, nunca existió. “Casi siempre, los relatos apelan al abandono materno, no hacen mención de la figura paterna y quienes solicitan la guarda son quienes arman las escena sobre la cual se construye el expediente”, puntualiza Elías.

– ¿Cómo nació su relación con la jueza Pons?
– A través de amistades en común. El vínculo venía de larga data. Ella me conocía de chica y me llevó a trabajar a su juzgado. Yo era una joven de clase media acomodada, educada en un colegio de monjas. Ya durante mi juventud, a la par que hacía novios, amigos y compañeros de militancia descubro otra realidad. Hasta ese momento tenía una absoluta confianza en el patronato estatal y en la función del Estado como protector de niños. El clima de esa época me llevó a lecturas diferentes. En pocas palabras, terminé no respondiendo a lo que Pons pretendía. Máxime cuando empecé a ver en el juzgado casos como los de Emiliano Ginés, Sebastián Ariel Juárez y Jorgelina Paula Molina Plana.

– Usted le contó a Miradas al Sur que Pons mantenía charlas telefónicas con Ramón Camps en plena dictadura. ¿Cómo se enteró?
– Había una cierta confianza entre nosotras. Además, la estructura edilicia del juzgado permitía que los que allí trabajábamos nos enteráramos de casi todo. Un día golpeo la puerta, entro y la encuentro hablando por teléfono con Camps. Obviamente, Pons tenía sus adláteres. Uno de ellos era Guillermo Gordo, actual integrante del Tribunal Oral Federal nº 3.

– ¿Qué otra situación la llevó a pensar que Pons sabía lo que estaba ocurriendo?
– En el juzgado era sabido que Pons no quería recibir pedidos de habeas corpus ni quería comprometerse. En una ocasión, antes del Mundial ’78, ella misma me habló de Puesto Vasco. En ese momento, la cuestión de los centros clandestinos no había tenido difusión. Era algo conocido por muy pocos.

– ¿Diría entonces, desde su experiencia y la información que ha trascendido, que hay ciertos paralelismos entre los casos en que actuaron Hejt y Pons?
– Diría que sí. Ambas juezas, a la luz de lo conocido, tenían prácticas similares. Además, hay un contexto que se suele escapar. En el momento de la dictadura y hasta la década del noventa, la legislación en el tema de menores les confería a los jueces una enorme discrecionalidad. Mucha libertad de acción genera siempre una sensación de impunidad.

El factor poder.
Elías subraya desde un punto de vista que trasciende su experiencia en el juzgado de Pons, la necesidad de destacar el uso de las instituciones públicas por parte del poder. Una cuestión que define como “muy importante” y que pone de manifiesto, en última instancia, “que los funcionarios, salvo contadas excepciones, terminan actuando en la dirección que señalan los factores de poder”. Según la especialista, se trata de una constante que se manifestó en el terreno de las adopciones con los niños y huérfanos abandonados del siglo XIX, con los menores patronados durante el siglo XX y más recientemente con la infancia trabajadora asociada con la delincuencia; pero también durante la última dictadura militar.

– ¿Cómo analiza los sucedido con las adopciones con el robo de bebés?
– Se puede plantear como hipótesis que hay dos etapas. La primera desde marzo del ’76 a poco después del ’77. En general, en esa época, y al menos en el conurbano bonaerense, era un vecino o la misma policía quienes solían receptar a los chicos cuyos padres figuran como muertos en enfrentamientos. Es de suponer que eran los mismos grupos de tareas quienes, tras el operativo, entregaban a los menores. La forma de proceder era, si cabe la expresión, inorgánica. Usualmente, la policía y el vecino terminaban arreglando que al día siguiente se presentarían en el juzgado de menores. Los casos de Emiliano Gines y de los hijos de Ramírez son dos claros ejemplos.

– Los juzgados de menores mantenían, al menos desde lo formal, una presencia jurisdiccional…
– Sí. La organización judicial mantenía su presencia. Sin embargo, desde mi punto de vista, las cosas habrían comenzado a cambiar a partir del ’78…

– ¿Cómo y en qué sentido?
– No hay una comprobación fáctica, pero creo que las prácticas de apropiación rebasaron la estructura jurisdiccional y del patronato infantil como institución. En otras palabras: los apropiadores dejaron de utilizar ese andamiaje legal. En esta segunda fase se reflejaría la pregunta que comienzan a formularse los represores sobre qué hacer con los niños. No se olvide que estamos hablando de chicos de clase media, bien nutridos, algo que, aunque nos desagrade pensarlo, siempre vale en materia de adopciones. En ese momento habrían ideado y puesto en marcha las maternidades en los centros clandestinos Además, para ellos se trataba de una guerra santa. Estoy segura que en la cabeza de esta gente estaba la idea de criar a los chicos para que reprodujeran la ideología de la dictadura. Una consecuencia importante de esta etapa es la inexistencia o el falseamiento de las partidas de nacimiento.

– ¿Qué otro andamiaje legal tenían a mano para blanquear a los chicos?
– La adopción por medio de escritura pública. En el año ’71, durante la dictadura de Lanusse, se reforma la legislación del ’48, que nació tras el terremoto de San Juan, y que había instaurado la adopción simple. Según los militares, los procesos eran muy lentos. Sostenían que la reforma permitiría agilizarlos. A partir de allí, se introduce la figura de la adopción plena y el chico entregado pierde su historia, se borra su filiación. Pero más grave todavía es que se habilitara la entrega con fines de adopción por escritura. En ese momento comienza la retirada del Estado. Esa legislación estuvo vigente hasta el año ’97.

– Estamos hablando de un instrumento legal que desempeñó un rol central en el contexto del robo de bebés…
– La dictadura obró con ferocidad, pero la semilla ya estaba plantada desde el ’71. Los militares no inventaron nada. Hay una vinculación innegable. Muchas veces ocurre que el entramado de leyes y decretos torna invisible los nudos centrales de la trama. En la adopción están inscriptas las dinámicas propias de cada una de las clases sociales en juego. También en las apropiaciones. Volviendo sobre su pregunta, seguramente que las escrituras públicas se deben haber usado para blanquear el robo de bebés. No todos los blanqueos se deben haber operado a través de los juzgados de menores…

– En síntesis: hubo distintas vías...
– La escritura pública suponía la intervención de la Justicia civil. Era, ni más ni menos, que una forma de legalizar las irregularidades. En ese contexto, muchos jueces actuaron en función de los grupos de poder. El registro de adopciones no es la única alternativa para desandar el camino de las apropiaciones concretadas durante la última dictadura militar.

Terminada la entrevista, que se extendió por una hora y media, queda claro que existe otra vía sobre la cual no se ha avanzado aún lo suficiente, pero que surge claramente a la luz de las revelaciones realizadas por Elías: la investigación de las escribanías y estudios jurídicos que posibilitaron la entrega de bebés y niños durante la dictadura, por medio de escrituras que le dieron una cobertura legal a una operación claramente ilegítima.

La sociedad asiste estos últimos tiempos, como nunca antes, al descubrimiento de hechos relacionados con las adopciones irregulares en ese oscuro período, que contaron con la complicidad no sólo de los jefes militares, sino también de funcionarios judiciales que sabían de qué se trataba esa perversa maniobra de supresión de identidad, y civiles que se beneficiaron con ella.
















martes, 6 de julio de 2010

DEBATE: Noviazgos violentos

¿Es sólo un juego entre los novios o es un anticipo de la violencia?

¡No te paralices. Llama al 137!

Por María Mansilla.
Revista ELLE Argentina. N° 195. Julio de 2010.


La violencia familiar a mata a una mujer por día en Argentina. El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias tiene una misión que parece obvia pero no lo es: corre al encuentro de las mujeres golpeadas en el momento de la agresión. Por vos, por tu mamá, por tu hija, por tu vecina, por una amiga… Pedí ayuda antes de que sea tarde.

Y vos ahora, ¿dónde estás? Ah, en tu trabajo. ¿Dónde vivís? En Recoleta, Juncal y Callao. ¿Cómo son los gritos? ¿Sabés algo más de la mujer, de tu vecino…? ¿Qué edades tienen los chicos? Ajá. Lo que podemos hacer es enviar un móvil. Necesitamos que en el momento de la agresión nos llames y nos abras la puerta del edificio, ¿sí? Si no querés dar tu nombre, no hay problema. ¿Pasa todas las noches? Si es a la madrugada te comunicás igual, estamos siempre acá.

Es lunes a la tarde. De este lado del teléfono, cuatro mujeres de 20 y pico, trabajadoras sociales y psicólogas, están sentadas frente a sus computadoras. Con el cuerpo inclinado hacia adelante y la cabeza pegada al tubo. No es un call center cualquiera.
Estas operadoras escuchan con solidaridad de amigas. Hablan con la calma que se necesita cuando no hay tiempo que perder. Apuran el teclado sin que los ruiditos de las teclas distraigan la conversación. Buscan datos de refugios para mujeres golpeadas, del barrio de donde viene la llamada, de la comisaría de la zona, del móvil que puede correr en su auxilio. Piensan respuestas estratégicas y creativas: su trabajo es acompañar a las personas que llaman para sobrevivir a la emergencia.

Como un fantasma, como un motor, las sobrevuela un dato: en nuestro país, todos los días muere una mujer asesinada por una persona de su entorno. Porque es secreto, el miedo y la fuerza pudieron más.

Este año, el 137 recibió record de llamadas, en parte por el impacto de la muerte de Wanda Taddei - a mujer del músico de Callejeros -.

Los lunes son los días que les dan más trabajo: ring, ring, ring, no paran. Empiezan los desahogos de lo que pasó el fin de semana. Discan de todos los barrios de Buenos Aires, como si no hubiera fronteras. “En zonas de clase alta, llaman los vecinos que escuchan los gritos. Piensan: ‘Antes de que la mate…’. La víctima no se anima, por vergüenza, no quiere escándalos – detalla Viviana Mendoza, psicóloga, coordinadora del centro telefónico -. En las clases populares las víctimas se animan más.”

NO TE CALLES. ¿Quién puede discar?
* Los hijos que ven a su mamá golpeada.
* Los vecinos que escuchan los gritos.
* Las amigas que están preocupadas.

CALMAR, ABRAZAR, DENUNCIAR
En tres pasos, te contamos cómo funciona la Brigada Móvil de atención a Víctimas de Violencia Familiar:

1. SUENA EL TELEFONO: “Si la situación exige una intervención, allá vamos. Al mismo tiempo, avisamos a la policía. Trabajamos en la urgencia, cuando el golpeador está en su domicilio. Salimos juntos: el patrullero y nosotras, en un móvil sin identificar, con dos profesionales”. Explica Eva Giberti, su creadora.

2. TOCAMOS EL TIMBRE: Si el hombre sigue en la casa, es detenido. Si la víctima está muy lastimada, llaman a una ambulancia o la llevan al hospital. “Este paso puede tardar hasta cuatro horas – retoma Giberti -. Si tiene hijos, nos hacemos cargo. Nos quedamos con ellos dándoles un abrazo y calmándolos. Los chicos no siempre se pueden quedar con algún vecino. Entonces empieza lo difícil: darles un refugio. Nos subimos todos al auto, y empezamos a llamar a hermanas, comadres, alguien que los pueda cobijar.”

3. EL DÍA DESPUES: entra en acción un equipo que acompaña durante las 72 horas que siguen. “A veces durante un mes estamos pendientes de ella”, detalla la psicoanalista. Si decide hacer una denuncia, la asesoran, incluso la acompañan a la Oficina de Violencia Doméstica. En estos casos, las anotaciones que hicieron las operadoras ayudarán al juez a tomar una decisión. ¿Y los agresores? Primero, no podrán volver a casa. Mientras, se prepara un diagnostico del riesgo que corre la familia.

SI TE PEGA NO TE QUIERE. ¿Quiénes son los agresores?
Pareja _______________41%
Hijos________________ 9%
Padres_______________52%
Madres_______________4.5%
Ex parejas____________ 10%
Padrastros____________ 3%
Hermanos____________ 4.5%
Otro_________________ 3%

LA OTRA INSEGURIDAD
Elle ¿Recomienda hacer la denuncia?
EVA GIBERTI
Depende de la situación de la víctima y del contexto. Lo que sugerimos siempre es que se sumen o algún grupo de ayuda. Aunque cuando el sujeto violento es excluido del hogar, no hay más remedio.

ELLE ¿Algunas llaman más de una vez?
E.G. Sí. Es común que recibamos llamadas de reincidencia. Por ejemplo porque él, tres meses después, volvió a golpear. Puede ser que no esté asustado o que el juez le haya ordenado estar tres meses lejos del hogar. Pero vuelve, y la mujer lo recibe. También hay llamadas de quienes piden asesoramiento.

ELLE Ustedes escriben Víctimas con mayúsculas. No es común que se deposite tanta confianza en su capacidad de reacción. ¿Cuál es la llave?
E.G.
Empoderar a la mujer no es fácil. Lo que importa es que adquiera conciencia de sus derechos, de quién es como persona. Un problema grave es que no consigue neutralizar el miedo y hacerle notar que alguien va a ir a ayudarla y a llevarlo a él a la comisaría.

ELLE ¿Con plantarse aso alcanza?
E.G.
La mujer asustada cree que esto es parte del destino. Pero cuando consigue armarse, la violencia se aminora. El tema es psicológico: tiene pena de reconocer que él no es el protector y compañero de su vida. Y tiene la ilusión de que cambie. Pero el sujeto golpeador no cambia.

Violencia emocional. NO LE CREAS
“Sos mala madre.” “No vas a poder.” “Tu familia es un desastre.” Son frases que aparecen en muchas peleas de pareja. Pero en ciertos contextos esconden otra forma de violencia. La que no deja moretones a la vista.
El ataque emocional o psicológico es más sutil pero igual de destructivo. Generalmente, la antesala de la violencia física.
¿Cómo reconocerlo? ¿Cómo demostrarlo? ¿Cómo huirle? Toma cuerpo en humillaciones, manipulación, amenazas (relacionadas con los hijos). Descalificaciones hacia el rol de mujer y de madre…
Incluso el abandono es una forma de maltrato: no tiene sólo que ver con la acción sino también con la omisión.
A través de gestos y palabras, el agresor desploma la autoestima, la confianza personal, las fuerzas para buscar una salida.

MÁS AGUANTE, MÁS VIOLENCIA
El Programa Las víctimas Contra Las Violencias trabaja desde 2006. Es pionero en Latinoamérica. Abarca también situaciones de abusos, trata de personas y explotación sexual de niños, niñas y adolescentes.

En relación con la violencia familiar, tiene de especial que atiende las 24 horas y que literalmente salen corriendo hacia la víctima en el momento del ataque.

Todo esto significa un compromiso nuevo desde las políticas públicas hacia los derechos de las mujeres. Creer en la palabra de las que denuncian. Facilitar su acceso a la Justicia. Quitarles la careta a los llamados “crímenes pasionales” para reconocer que la violencia familiar es un terrible problema social y cultural de abuso de poder, que es un delito, ninguna enfermedad. Porque una vida sin violencia es un derechos fundamental.

Su coordinadora, Eva Giberti, es psicóloga y trabajadora social; una Ciudadana Ilustre de Buenos Aires con una trayectoria impecable en estos temas incómodos. Su programa implica, también, apostar a la prevención. Por eso tejen redes con otras instituciones y hacen quipo con la policía. Ambos dependen del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

“Sabemos que es una institución vertical, conservadora. Pero decidimos dar la batalla: si nos quedamos criticando, no sirve. No obstante, los que salen de estas prácticas empiezan a pensar de otro modo”, reconoce. Se refiere a las capacitaciones que realizan juntos, como sumar a su currícula la materia “Violencia familiar”.

ELLE ¿Cómo lo tomaron?
E.G.
Pasaba que a la tercera clase las mujeres policías se iban llorando. Resulta que eran golpeadas. Tuvimos que cambiar el enfoque, porque ellas tampoco saben cómo defenderse, no tienen la formación que debería empezar en la escuela primaria.

ELLE ¿Por qué tanta violencia?
E.G.
No hay una explicación. La gente está usando los códigos de la violencia física y psicológica en lugar de la palabra. No se habla, se pega.

ELLE Un síntoma hecho carme en los varones
E.G.
No alcanza el placer domestico de llegar a casa y tomar una cerveza. Hay que buscar algo que excite más, como el golpe, la humillación. Hasta los filósofos andan a los gritos advirtiendo que en todo el planeta estamos viviendo una ola de deshumanización.

ELLE ¿Es una especie de revancha, en este “siglo de las mujeres”?
E.G.
Puede ser. Porque hay, afortunadamente, un crecimiento de la capacidad femenina para ser autónomas. Lo repito: “La virtud más revolucionaria es la esperanza”. También hay cada vez más grupos de voluntariosos que trata de paliar situaciones de violencia, cuida a los chicos que quedan sin protección. Y cada vez hay más grupos de mujeres que hacen algo por otras mujeres.

EFECTO BLACKLASH
A veces, los profesionales que se ocupan de estos temas también son afectados.

1. Los atacan físicamente.
2. Los amenazan por teléfono.
3. Las presiones incluyen a miembros de su familia.
4. Las calumnian y descalifican en público.
La intención de los victimarios es impedir que el caso llegue a la Justicia, tener impunidad y que las víctimas sigan estando solas.

CASOS
GRACIAS A LAS LLAVES
“Fue uno de los primeros casos que atendí. Una señora de 30 años estaba con su hijita de 2 años y el agresor, en Palermo, un domingo. Habrá durando dos minutos el llamado. Me contó que se había querido escapar y no había podido. Tenía las llaves en la mano. Aunque es difícil que te escuchen, le dije que se encerrara en alguna habitación. Se encerró con el inalámbrico; mientras, yo le hablaba, y mi compañera llamaba al 911 para mandar el móvil policial. Fue un caso de libro. Escuchaba cómo él golpeaba la puerta; ella lo había tapado con un mueble. Cuando llegó la Brigada ella no podía salir; le dije que tirara las llaves por la ventana. Así se pudo entrar a la casa y empezamos el acompañamiento. Estaba muy golpeada”.
Mariela Chao
, psicóloga, call center.

TODO EL DÍA EN LA PUERTA
“Una señora que ya nos había llamado viene hasta acá a pedir auxilio porque el agresor la perseguía, no la dejaba ni a sol ni a sombra. El marido sube detrás de ella, y el policía no lo deja pasar. Ella dice: “Tengo miedo, me va a matar”. La estaba amenazando. El tipo se quedó todo el día en la puerta. Ella se quedó acá hasta las 8 de la noche. A esa hora, un móvil la llevó a un lugar que él no conocía, donde ella quedó refugiada.”
Natalia Morete,
trabajadora social, call center.

ESTABA SOLO
“Un chico de 12 años llamaba todos los días diciendo que estaba solo, que tenía miedo. Finalmente, fuimos. Estaba aterrorizado. No tenía padre, y la madre salía a trabajar. Nos llamaba para hablar. Nadie le pegaba, pero la violencia familiar era la soledad”.
Eva Giberti,
coordinadora del Programa.