El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

miércoles, 29 de abril de 2015

“Decir abuso sexual infantil es una simplificación que encubre al adulto”

El equipo de violencia sexual del Programa las Víctimas contra las Violencias que dirige la médica psicoanalista Eva Giberti está formado sólo por mujeres y actúa cuando aparece una denuncia. Las llaman desde la comisaría y van, no se despegan de la víctima para asegurar que no sea revictimizada en la comisaría, el hospital o su casa. Además de tener un registro de todos los casos según edad, tipo de abuso y sexo, Eva Giberti tiene claro que los casos no avanzan por trabas de una Justicia que califica de patriarcal. *

 

¿En qué se diferencia el abuso sexual infantil de la violación?
El “abuso sexual infantil” no existe, es la costumbre de hablar mal, de simplificar. No hay abuso sexual infantil, porque infantil es un calificativo de abuso y el abuso no es calificable como infantil. La forma correcta es decir: “Niños y niñas abusados sexualmente por adultos”. De la otra manera queda encubierto que el adulto es el responsable. Dentro del abuso están los incestos, palabra que fue sacada de nuestro Código Penal para lavar el acto con la expresión: “violación agravada por el vínculo”. Violación o incesto es la penetración del adulto a una criatura y se produce en el 90% de los casos por el padre a su hijo o hija.
¿Qué pasa con esos chicos y chicas?
Lo que sucede y cuesta entender y aceptar, es que este tipo de “acariciamiento” puede ser placentero para la criatura, que cede porque esas caricias estimulan sus resortes sexuales. Entonces el niño encuentra, o la niña, que es placentero aquello que se le está haciendo y éste es uno de los problemas más serios porque sostiene la práctica del seductor, que no avanza con la fuerza física. Éstas son las formas de iniciación del abuso, que suelen ser encubiertas en forma de “manoseo”. En general los abusadores son hombres, lo que no excluye que a veces haya mujeres que buscan ese tocamiento.
¿Es cierta la teoría del abusador abusado?
No es una teoría, es un mito y es grandilocuente llamarlo así porque el mito es algo serio. Esto es una pavada. Es una creencia interesada, porque si el violador o abusador empezara por ser una víctima sería entendido o perdonado, justificado. Si esto fuera así, las mujeres seríamos violadoras, mucho más que los varones. Ésta es una de las tantas trampas que utilizan los adultos: ese sujeto por haber atravesado una situación dañina, a los 20, 35 o 43 años se transforma en violador. No hay manera de justificarlo técnicamente. No hay ni teoría sexológica ni psicológica que vaya a decir que una violación temprana conduce en la adultez al desencadenamiento de la pulsión de poder, que en realidad es la pulsión que moviliza el ataque sexual.
¿Qué es la pulsión de poder?
Es una necesidad de utilizar a alguien indefenso y puede ser a través de la seducción. La seducción también es un ataque. Quien está seducido o atacado queda en manos y a disposición del seductor y es eso lo que lo excita. La experiencia sexual viene en segundo lugar.
¿Cuáles son las consecuencias?
No pueden clasificarse por sus efectos. No todas las criaturas que han sido victimizadas por violación o por abuso van a tener 10 años después síntomas acordes con ese episodio. Es mucha la gente que es abusada y violada desde niña y sigue viviendo sin que este episodio le obstaculice definitivamente la vida. En cambio hay otros seres humanos que quedan mal marcados, por ejemplo aquellos que son sistemáticamente abusados o violados. Entonces el efecto de los abusos depende del tipo de abuso, de su reiteración y de los recursos que la criatura tenga para poder resolver lo que se suele llamar resilencia, que es la capacidad de reacción y superación que tenemos los seres humanos respecto de situaciones traumáticas.
¿Cómo se ve el abuso en los chicos?
Muchas cosas: que no se hacía pis y se hace, el insomnio, pesadillas, cambia la conducta en la escuela. Las maestras se dan cuenta antes que los padres, porque el chico cambia o la nena llora en los rincones, se pone agresiva con las amigas, no quiere salir al recreo. Las maestras son grandes colaboradoras. Los más chiquitos no quieren que los bañen.
¿De qué depende que el niño pueda contar o no?
De cada niño o niña. Si la mamá o el papá son cuidadosos pueden advertir que hay cambios en los juegos y en las conductas y muchas veces es útil decirle: “Haceme un dibujo de lo que quieras”, o “un dibujo de cuando vas a jugar con el abuelo”. Fijate la figura que elijo, porque es reiterada, dejás al abuelo para que cuide a la nena y la mamá no sabe por qué se toca la vulvita y se irrita. No se toca ella la vulvita.
¿Por qué las madres no nos damos cuenta?
¿Por qué vas a garantizar que tu amor ha sido tan inteligente y sensible que eligió a una persona respetable? Éstos son los mecanismos narcisistas de cada uno. “Cómo me iba a imaginar que Fulano a quien yo amé”, “cómo puede ser que la persona que yo elegí para amar y para tener un hijo le hace esto”. Porque cuando vos te enamoraste no estaba a la vista, una no pone al otro bajo sospecha. Lo digo para que las madres no se sientan culpables, una no puede hacerle un test a cada novio.
¿Y una campaña?
No sirven si no son permanentes porque se multiplican las denuncias y después caen. Deberían ser sistemáticas, pero es muy doloroso. El juez tiene que creer en la verosimilitud del chico y rápido, porque defensivamente la criatura va deformando el recuerdo para salvarse del horror. Los que llegan a la Justicia tienen que tener un buen abogado, que empuje el expediente. Para no perder tiempo. Y tomarle el pulso al juez, que si está muy preocupado por la “revinculación” del chico con el padre, ahí es donde perdemos. Si el juez, ideológicamente, quiere que el padre no sea acusado, ¿cómo voy a decir que el padre es un delincuente? No puedo porque ataco a la familia y no puedo atacar a la familia: ése es el discurso jurídico patriarcal.


*Entrevista realizada a la Dra. Eva Giberti, coordinadora del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias, por Valentina Herraz Viglieca periodista de Diario Z.