Por Dra. Eva Giberti.
Coordinadora del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias
Publicado en Diario Zeta. "Sociedad"
Jueves, 21 de Julio de 2011.
Quienes contamos cómo suceden estos hechos y cuál es el protagonismo de nuestros niños y niñas, nos convertimos en personas que despiertan incredulidad. "¿Los turistas que llegan al país vienen en busca de chicos para abusar de ellos?" preguntan asombrados. Explicamos: "No. El turismo que llega desde otros países está dispuesto a conocernos. Entre ellos se infiltran pedófilos y sujetos que aprovechan la distancia con su propio país y avanzan en busca de niños y niñas que algunos explotadores pueden ofrecerles...".
Entonces se trata de describir aquello que un significativo número de compatriotas se niega a reconocer, porque resulta incómodo darse cuenta de que los rufianes que pululan en las cercanías de los hoteles, de los desembarcaderos y en los alrededores de lugares turísticos, donde aparecen con niños y niñas que no están jugando entre ellos, sino esperando ser convocados. De repente alguien recuerda: "¡Ah sí! Ahora que lo pienso... En Brasil yo me di cuenta de que sucedía algo así... también en Cuba... "Sí, entre nosotros también."
Niños y niñas, incluyendo adolescentes, víctimas de explotación sexual comercial, según los cánones de las mafias que se ocupan de reclutar a las criaturas para ponerlas al servicio de quien paga en dólares o en euros.
En el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos mediante la actividad de la Brigada Niñas, que depende del Programa Las Victimas contra las Violencias, comenzamos una campaña de sensibilización que tiene por objeto advertir a toda la ciudadanía que este delito existe en una dimensión que hasta ahora permaneció oculta. No podemos esperar que la población conozca el sistema que utilizan las redes de pedófilos que, instaladas internacionalmente, intercambian y distribuyen datos, direcciones y fotografías de los niños y las niñas "disponibles" en el país. Cuando uno de ellos desembarca, tiene asegurada a su víctima y conoce la cotización, del mismo modo que sabe cómo proceder para no ser descubierto.
En este sentido, las redes de hoteles responsables han adherido al Código de Conducta Etica creado por los dueños de los hoteles para mantenerse alerta si algún adulto intenta ingresar en su habitación con una criatura ajena.
Pero no alcanza como protección para nuestros niños y niñas. Precisamos la mirada atenta de quienes hasta ahora no sospechaban que este delito está instalado en todo el país y que, ante alguna conducta que pudiera entenderse como extraña, por parte de alguien que no viaja por razones turísticas, sino para aprovechar "la oportunidad" que le ofrece una población distraída, llame por teléfono al 0800-222-1717 y nos cuente qué le parece haber visto.
Entonces se trata de describir aquello que un significativo número de compatriotas se niega a reconocer, porque resulta incómodo darse cuenta de que los rufianes que pululan en las cercanías de los hoteles, de los desembarcaderos y en los alrededores de lugares turísticos, donde aparecen con niños y niñas que no están jugando entre ellos, sino esperando ser convocados. De repente alguien recuerda: "¡Ah sí! Ahora que lo pienso... En Brasil yo me di cuenta de que sucedía algo así... también en Cuba... "Sí, entre nosotros también."
Niños y niñas, incluyendo adolescentes, víctimas de explotación sexual comercial, según los cánones de las mafias que se ocupan de reclutar a las criaturas para ponerlas al servicio de quien paga en dólares o en euros.
En el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos mediante la actividad de la Brigada Niñas, que depende del Programa Las Victimas contra las Violencias, comenzamos una campaña de sensibilización que tiene por objeto advertir a toda la ciudadanía que este delito existe en una dimensión que hasta ahora permaneció oculta. No podemos esperar que la población conozca el sistema que utilizan las redes de pedófilos que, instaladas internacionalmente, intercambian y distribuyen datos, direcciones y fotografías de los niños y las niñas "disponibles" en el país. Cuando uno de ellos desembarca, tiene asegurada a su víctima y conoce la cotización, del mismo modo que sabe cómo proceder para no ser descubierto.
En este sentido, las redes de hoteles responsables han adherido al Código de Conducta Etica creado por los dueños de los hoteles para mantenerse alerta si algún adulto intenta ingresar en su habitación con una criatura ajena.
Pero no alcanza como protección para nuestros niños y niñas. Precisamos la mirada atenta de quienes hasta ahora no sospechaban que este delito está instalado en todo el país y que, ante alguna conducta que pudiera entenderse como extraña, por parte de alguien que no viaja por razones turísticas, sino para aprovechar "la oportunidad" que le ofrece una población distraída, llame por teléfono al 0800-222-1717 y nos cuente qué le parece haber visto.
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