Publicado en Página/12. "El Mundo"
31.03.2013
Por Eva Giberti.
Coordinadora del Programa "Las Víctimas Contra Las Violencias"
La mordaza que cerraba la boca de las mujeres estalló hace tiempo: así se abrió el camino para emitir las palabras clamorosas y serenas del género. Se encogieron los patriarcas y acumularon frustraciones que habrían de fermentar en delitos intentando silenciarlas definitivamente. Delitos que reclamaron palabras nuevas para las violencias arcaicas. Entonces las mujeres integramos la muerte y el lenguaje y le pusimos nombre: femicidio, dijimos, para ampliar la nomenclatura e incorporar el símbolo verbal. Cuando nos convocamos todas las mujeres del mundo para denunciar, exigir sanciones y seleccionar procedimientos capaces de enlazar las múltiples violencias y anudarlas en la trama de voces y documentos que los países propician, se escuchan descripciones horrorosas. Naturalizadas, autorizadas, instaladas en la convivencia de cualquier índole, en el poder de los concesionarios de las leyes y en las pautas educativas todavía enroscadas sobre sí mismas.
Así fue escuchar y hablar en Naciones Unidas Mujer según los códigos internacionales que se remiten a las recomendaciones y las conclusiones obtenidas después de la atención cuidadosa que durante varios días se incendió en los salones magnos de la institución.
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Así fue escuchar y hablar en Naciones Unidas Mujer según los códigos internacionales que se remiten a las recomendaciones y las conclusiones obtenidas después de la atención cuidadosa que durante varios días se incendió en los salones magnos de la institución.
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