El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

miércoles, 31 de julio de 2013

"La condena de nunca acabar"

ENTREVISTAS. A dos meses de condenadas y liberadas a un mismo tiempo en un fallo considerado poco menos que vergonzoso por la ausencia total de perspectiva de género, convirtiendo en víctima a su victimario, las hermanas Ailén y Marina Jara intentan rehacer sus vidas en el centro de una tormenta social que las discrimina nuevamente por mujeres, jóvenes y pobres. Y las estigmatiza obstaculizando cualquier posibilidad de crecer y acceder a un trabajo digno. 

Publicado en Página/12. "Suplemento LAS12".
21.06.2013
 
En el barrio las cosas se están complicando. No sólo porque a Marina y a Ailén Jara el vecindario las mira con las bocas torcidas desde que dejaron el penal de Los Hornos, en abril, para volver a casa. El aire se fue espesando con esa dosis siniestra que acumula lo inevitable porque el hombre que las acosó, las agredió, les gatilló dos veces un revólver, en fin, su victimario, sigue viviendo en el barrio Sanguinetti, de Paso del Rey, caminando tranquilo por la vereda, cruzándolas de lejos en alguna ida al kiosco o en los comercios a la redonda. El presente de ellas, en cambio, después de ese doblete de condena y liberación que dispuso un tribunal de Mercedes, no es auspicioso: las agobia el estigma de un fallo considerado por algunos especialistas como “vergonzoso”, que no fue al núcleo de la cuestión sobre la violencia contra mujeres jóvenes y pobres y que, por el contrario, se armó sobre un andamiaje sexista, prejuicioso y cargado de estereotipos de género. Como dijo Ailén alguna vez, “pagamos por un muerto que está vivo”. El desenlace, previsible, les condiciona seriamente la posibilidad de acceder a un trabajo digno y de insertarse en una sociedad que les dio la fama del desconfío. “¿Ustedes son las hermanas de la televisión? ¿Las que estuvieron presas, no? Nos dicen. Y es un vacío tan grande aquí afuera, nos sentimos tan discriminadas, que a veces extrañamos volver al penal. Suena increíble escucharnos decir esto, pero los rechazos y los obstáculos que sufrimos todos los días nos destrozan.”

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