El Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con la coordinación de la Dra. Eva Giberti, tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctimas cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Entrevista Dra. Eva Giberti: "A mi 'prostitución infantil' me rompe la oreja"

Dra. Eva. Giberti: Mi función está dada por ser la coordinadora del programa Las Víctimas contra Las Violencias, que inicialmente arrancó en el 2006 por llamado del Dr. Aníbal Fernández –que era Ministro del Interior― y a pedido del Dr. Nestor Kirchner que en ese momento era Presidente y estaba muy preocupado por las violaciones reiteradas, (estábamos en 2006 y en Diciembre del 2005 fue la violación y muerte de una señora que había hecho su denuncia/advertencia en la comisaría y no le llevaron el apunte. El sujeto, que era un consorcista del mismo consorcio, un día se le apareció en la casa, la violó, la mató y como estaba la hija Berenice de 11, 12 años también la violó y la dejó en el baño creyendo que estaba muerta, pero la niñita sobrevivió. Eso impresionó muchísimo en Presidencia de la Nación y cuando me llaman es lo primero que me cuentan, y me dicen “Nosotros queremos que con su equipo ―yo no tenía ningún equipo y era docente en la Facultad de Psicología, lo que tenía eran alumnos en el posgrado nada más― consiga hacer una brigada, y termina diciéndome Kirchner: “lo que queremos es que usted con su equipo en 20 minutos llegue a la comisaría y se haga cargo de la víctima para que ningún policía –y Aníbal Fernández me dice “ningún bigotudo como yo”- hable con la víctima, más que preguntarle qué le pasó, cómo se llama y dejarla en un lugar aparte de la comisaría, hasta que ustedes lleguen. Entonces se la llevan al hospital para que le den ese combo contra el VIH, contra la infección y la píldora del día después, ―porque tampoco queremos embarazos por violación―, y después la acompañen al juzgado a hacer la identificación del violador en la calle Moreno.” Por último me dijo: “Nosotros no aguantamos más la prostitución infantil”.

Prostitución infantil

E.G.: A mi “prostitución infantil” me rompe la oreja porque no existe prostitución infantil; existen víctimas de la prostitución infantil que en realidad son niñas víctimas, niñas prostituidas. Entonces le expliqué a Anibal Fernandez: vea Ministro, esto es internacionalmente muy difícil –Y me dice “Bueno, pero inténtelo, tenemos que intentarlo. Y me va a crear una brigada, la Brigada Niños, que va a salir por las calles. Lo que nosotros queremos es que cuando se vea a un adulto que está tramitándose una niñita, las que venden flores, o que están en las paradas, mandarlo preso porque eso es corrupción de menores. Me va a crear una brigada que se va a llamar Niñas y Niños”. La brigada se creó y le voy a explicar por qué fracasa: la idea era formidable, empezamos y se pudo trabajar mientras Aníbal Fernández era el ministro al que llamábamos a la madrugada, a su casa o al celular que siempre lo tenía abierto, para decirle “mire que el comisario tal de la comisaría tal adónde estamos llevando una víctima…. Porque además, la historia es esta: usted se acerca a las chicas de 12, 13, 14 años y las chicas se escapan, nos insultan y nos dicen “vengan ustedes a darle de comer a mis hermanitos, yo estoy trabajando acá”. Ninguna de estas niñas tiene idea de ser una víctima porque están absolutamente convencidas de que están trabajando, y una cuadra más allá está la rufiana o el rufián que tiene los nombres y cuanto tiene que cobrar cada una. Lo que se consiguió mientras Aníbal Fernández estaba a cargo de esto es que en alguna oportunidad, alguna muchachita de 16 años que salía de un hotel alojamiento armaba un escándalo porque el sujeto no había querido pagarle lo convenido y llegábamos. En ese caso sí podíamos llevar a la niña a nuestra camioneta y ya en la comisaría nos encontrábamos con que el comisario estaba dejando libre al sujeto, porque en realidad el código de procedimientos del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires llama a eso “oferta de sexo en la calle”, por lo tanto la responsable es quien ofrece sexo en la calle y el sujeto se tiene que ir libre, y la niña tiene que ser registrada tomándole las impresiones digitales como prostituta a los 12, 13, 14 años, lo cual se da de patadas con el Código Penal Nacional de Corrupción de Menores, esto sigue existiendo hoy día y es un gravísimo problema. Es decir que con las chiquitas era imposible hacer cosa alguna, porque para ellas éramos la policía y el auto era una camioneta como cualquiera hasta que empezaron a reconocerla rápidamente. Para ellas éramos la policía, no éramos civiles que queríamos ayudar, ellas nos decían “¿Qué ayuda? Necesitamos clientes, no ayuda”.

Niñas víctimas de la prostitución y niñas víctimas de los medios

E.G.: Esto no es un tema menor en el tema medios audiovisuales en niñas y niños,
porque estas niñas son pobrecitas y están como pueden, y están muy lejos de ser encantadoras, bonitas y bien vestidas. Pero lo que estamos viendo cada vez con mayor frecuencia son niñitas que no son víctimas de prostitución, pero que están en una complacencia significativa entre los 8 y 10 años en prepararse para ser modelos: en tener los reflejos en el pelo, en estar en silueta. Por supuesto acompañadas por padre y madre. Y el regalo de los 15 puede ser “quiero pasar un día en el spa” o “quiero ponerme siliconas”. De modo que acá tenemos por una parte niñas muy chiquitas que, estimuladas por los medios tienen esos intereses que antes aparecían a los 15, 16, y que ahora aparecen mucho antes.

La globalización, los medios y las niñas

E.G.: Yo creo que tiene que ver con la globalización en general, o sea, ¿qué es lo que las nenas ven en televisión?. Ven cuerpos desnudos o con escasa ropa, en determinadas actitudes, en determinados bailes, en determinadas acrobacias y fenómenos gimnásticos-estéticos que dan dinero, y sobretodo que dan cámara y es una época que ya se venía insinuando desde los ’90 como época icónica. Las nenas empiezan a presentarse como deseables sin saber que están presentándose como deseables, a diferencia de las chiquitas que están en la parada de las esquinas y que sin tener esos arreglos y esa búsqueda estética, saben que son deseables. No es que usen el verbo ni el sujeto deseo, pero saben que los hombres las buscan para pagarles, saben que sus cuerpos son deseables. Las dos necesitan la aparición de un deseo que está altamente libidinado, pero con resultados absolutamente distintos: una es una niña que sin ser esclava está prostituyéndose por mandato adulto, la otra es una niña que no sabe que está esclavizándose a fenómenos de la moda, en la cual ella está preparándose para ser un objeto de deseo.

El caso Candela

E.G.: El caso Candela tiene algunas variables que son muy inquietantes. Yo miré todas las fotos que mostraban en televisión y no eran las fotos de una nena de 11 años como suponíamos que debía ser, o sea, nosotros los adultos suponíamos mal, la que tenía clara la cosa era la nena. No son las fotos de una nena con delantal escolar o solo con la primera comunión; es una nena en pose. Se lo digo a usted porque esta es una visión técnica del fenómeno: esa mamá que la fotografiaba con una cintita negra con una rosa acá y nunca hemos querido saber que una nena de 11 años es capaz de una significativa excitación sexual y a los 10 años también. Ahora, dicen los expertos en ginecología infanto-juvenil, que la menarca está adelantada, que la menarca de los 12, 13 años ahora se adelantó a los 9, 10 años. Y usted me dirá “¿los medios las inducen?”, tendríamos que discutirlo, pero lo que hay es una facilitación familiar.
La secuencia de fotos de Candela es impresionante y después empezaron a seleccionar. Yo veo televisión sólo de noche, no me imagino lo que habrá sido durante el día. Esto viene a raíz de la Brigada Niñas, porque son chicas que están trabajando.

La brigada y los niños

E.G.: En el turismo sexual es donde más se ve el tema varones quizás porque la gente ya viene con direcciones de provistas por las redes de pedofilia, y esas redes parecería que incrementaran el contacto con varones. En general la pedofilia tiende hacia el varoncito. Lo que hemos visto en el turismo sexual ―informado, no porque lo hayamos visto y porque no hay persona alguna detenida por esto―pero lo que nos cuenta la gente de prefectura es que cuando llegan los transatlánticos o los cruceros al puerto –le hablo de hace cinco años o seis- a ellos les llamaba la atención que había personas adultas con tres o cuatro nenes y nenas muy cerca de la zona de desembarco, o claramente en la zona de desembarco, ¿y quiénes se acercaban a ellos?, turistas varones que viajaban solos. En ese momento y cuando la prefectura nos advierte no nos fue posible intervenir porque nosotros no conocíamos el tema. Intentamos empezar esa campaña, pero la que entonces era la Secretaría de Turismo nos dijo “van a espantar a los turistas”. Recién pudimos empezar el año pasado cuando Turismo dejó de ser Secretaría para convertirse en Ministerio y cuando ya estaba más afianzado el turismo en la Argentina. Yo quiero decirle que lo que nos enseñan los expertos en turismo es que el buen turista huye de eso y no quiere saber absolutamente nada, ni quiere ser confundido.
Empezamos esta campaña con la Brigada por la zona de Constitución y Once donde los varoncitos también eran buscados. Cuando los proxenetas empezaron a ver que la brigada iba dando vueltas retiraron a las nenas de las calles y de los lugares conocidos y las sentaron en boliches con un celular y una bebida. Entonces las llaman y usted las ve meterse en un consorcio que tiene ocho pisos. Se sabe a qué piso van, porque la policía nos enseñó a mirar: el piso que tiene el timbre más gastado, es ese. Pero ¿qué hago?, ¿llamo a la fiscalía y pido allanamiento? Y además, cuando entro ¿con qué me encuentro?, con una casa, un departamento, es eso.

¿Los medios construyen un imaginario social de la infancia, o participan de la construcción?

E.G.: Creo que participan, pero fíjese: en el año 1985 estaba invitada trabajando en Brasil y un equipo de periodistas hartos de lo que los medios escritos decían de los chicos se tomó el trabajo de medir cuanto espacio ocupaban las noticias de los chicos, particularmente las malas. Entonces se fueron con una gran carpeta a ver a los grandes editores de medios, y les dijeron “vean, esto es lo que ustedes están contando de nuestros niños”, y cambiaron. Consiguieron hacer una modificación.
Entonces yo creo que sí, que los medios contribuyen, pero que además hay algunos que son los más amarillistas y tienden a contar lo que el adulto considera lo peor, pero los chicos por su cuenta construyen su imagen a través del paco. Le hablo de los chicos de determinados sectores populares, porque ellos se han construido su imagen, que es mucho más que una imagen, está sostenida por un soporte real.
Y si hay algo que a un niño o una niña de hoy en día le interesa, es ser protagonista en los medios. Los chicos llamados “de violencia escolar”, cuando usted habla con ellos, amén del prestigio que adquieren en sus compañeros, si sale en los medios es muy importante. Los chicos que van más allá de la violencia escolar y transgreden la ley de forma rotunda, piden cámara inmediatamente: es decir, si hay un secuestro, empiezan a salir por el costado, a correr la cortina para que los filmen. O sea, la presencia de los medios… fíjese que yo lo que estoy haciendo es algo muy peligroso, porque es una improvisación desde la mega empiria, cuando esto ha sido claramente estudiado por los estudiosos de los medios de la comunicación; yo lo que puedo contarle es lo que veo, pero esto ha sido analizado. Entonces existe la necesidad de un protagonismo icónico visual, el chico lo busca porque el medio es oxigenante para la identidad, para la subjetividad del chico Si consigue estar en los medios eso es como un oxígeno social. Le doy el contraejemplo de la transgresión: los chiquitos que ahora hacen avisos en televisión, ¿son los chicos los que van? No, los llevan los padres a hacer el casting y los ponen ahí. Aprenden tempranamente que hay otros que le venden desde chicles hasta muñecos, y el chico ve a otro chico, lo cual no es malo, yo no diría que esto sea malo ni abriría una cuestión reflexiva o moral, digo que esta es la época y que los niños ahora no son los niños que nosotros nos inventamos, tampoco son los niños de la convención de los derechos del niño; están dos pasos más allá.

Los que programan y desarrollan la programación de TV de aire o cable, no son inocentes.

E.G.: Yo le voy a contestar algo que tal vez parezca brutal, pero es lo que yo pienso: me parece que cada vez más los adultos piensan que los chicos tiene que, de una buena vez, servir para algo. No solamente ser aquellos que producen gastos, preocupación y dolores de cabeza: “bueno, vamos, que sean útiles”, a una nena la violan chiquita porque “bueno, vamos, tenés por dónde y tenés con qué, entonces vamos rápido, vamos a usarte”, y cuando los adultos las exponen para traficarlas, “bueno, de una buena vez producí vos tu subsistencia”. “Con la carita que tenés te podés ganar unos pesos, si yo te llevo a televisión, con esa carita vos vendés desde el Quaker hasta el chicle”, para darle algo comestible. “Con esa carita ¿cómo no te voy a aprovechar?”. Y si además sos nene o nena, y cuando cantás el arroz con leche entonás bien, bueno… además cantálo. Y si tengo un bebé regordete y divino, pero blanco eh, de etnia europea blanca, no vamos a poner a un morochito, en todo caso un haitiano que es afro y exótico… pero, si tengo este capital, que aprendí que es un capital, “me tiene que ser útil”. Y la gran pregunta desde una perspectiva distinta de la ética: ¿Quién dijo que el chico tiene que ser sólo el sujeto aquel que tenemos que cuidar, proteger, preservar y llevarlo para que sea derechito…?

La Declaración Universal de los Derechos del Niño.

E.G.: Fíjese, la Declaración Universal de los Derechos del Niño. Antes la cosa era así: para que un chico se porte bien, le pego. Viene la Convención y dice “no”, entonces será así: o le pego, o la Convención. Hoy en día es: la convención y además le pego, me cambiaron la conjunción, pero es simultáneo y contemporáneo, porque con la respuesta “tenemos la Convención”, los chicos se fueron de la convención. O sea, ¿qué hacemos?, ¿cómo la convención prevé que los nenes y nenas cuando van al baño de la escuela y se filman en escenas de sexo primarias, elementales para después subirlo a Youtube?
Tratemos por ahora de que se cumpla. Yo estoy un paso más allá contestándole, le estoy canjeando el “o le pegamos a los pibes, o aplicamos la Convención y dejamos que el chico se exprese, que hable, que el chico discuta, que esté a la par de los mayores, o una cosa o la otra”. No, hoy en día es “la Convención y además seguimos aprovechándonos de los chicos”. Pero además, inclusive, con un criterio económico y hedonista: me tiene que servir económicamente y sexualmente para el placer. Sobre esto último, ya Nerón nos enseñó todo lo que nos tenía que enseñar, pero lo económico es lo nuevo, eso sí es globalización. Entonces digo: antes era que con la Convención íbamos a terminar… ¿quiere que le cuente las cosas que nosotros vemos acá, las estadísticas que tenemos del maltrato de los chicos? Impresionante, el último año aumentó en un 52% el maltrato infantil. De 0% al 15% aumentó el maltrato. Significan sopapos, tirones de pelo, también negligencia, no alimentarlos, no mandarlos a la escuela. Nosotros trabajamos con las tres clases sociales, tenemos estadísticas con las tres.
El chico como fetiche tiene que ser útil y no puedo prescindir de él para mi placer o satisfacción, más aún: por una parte lo idealizo y por otro lado me tiene que servir, porque si es tan maravilloso, ¿cómo no me va a servir?

Los adultos tenemos celos de los chicos

E.G.: ¿Usted sabe que yo pienso que los adultos tenemos una profunda envidia respecto de los chicos?. Se la cambio, le digo: tenemos celos, no envidia. Tenemos celos de los chicos.
Está hablando con una psicoanalista que se lo toma muy en serio. Porque los ve y dice “pero yo nunca pude hacer eso ¡y cómo querría poder hacerlo!”. Yo creo que el fenómeno no es nuevo, lo que pasa es que ahora está evidenciado por la necesidad de ser juvenil por parte de los padres, y acá no le digo nada nuevo. Lo que pasa es que un padre o una madre no puede aparecer como de 3, o 4, o 5 años, pero sí como de 14 o 15. Los chicos nos disparan emociones que son complejas, porque por una parte generan la necesidad humana e instintiva de protección, instintiva se lo digo entre comillas, o sea… una carita de chico automáticamente mueve en el sujeto la tendencia a la protección de la cría. Es como pulsional, o más le diría, proteccional en hombres y mujeres. Hasta que se toma confianza con ese sujeto pequeño y como ése sujeto es a veces muy inquietante hay que apropiárselo de alguna manera y entonces se le hacen regalos o se los manda a trabajar. Como los adultos han pensado tanto acerca de los chicos y son un motivo tal de ocupación se han transformado en un problema de pensamiento. En el medioevo el chico no era un motivo de pensamiento, en el renacimiento tampoco y en la época industrial los mandaban a trabajar, los mandaban a las minas, y también los prostituían. Pero fíjese que la idea de los angelitos chiquitos la introducen los cristianos en la biblia, siempre aparecieron grandes.

Los chicos. La libertad. La fantasía.

E.G.: Los chicos tienen permiso para hablar a solas consigo mismos y no parecer locos, tienen el grado de libertad de creer en la fantasía y de pensar que eso es cierto. No advinieron a la posibilidad de decir “esto es una fantasía, no es así”. Están ahí y usted los ven cuando juegan, los actores son lo que más se le parecen en ese sentido. Pero nosotros entramos en la racionalidad y estamos fritos, porque la racionalidad es la que no nos deja… racionalidad de fines del 1800, comienzos del 1900, el positivismo. El enganche con el positivismo nos separa del mundo de los chicos. Un buen día ellos están pensando como nosotros, usted nunca se da cuenta cómo pasó eso, pero los poetas, los artistas, los creadores lo mantienen, quien hace cine o está detrás de una cámara ve todo lo que nosotros no vemos. Tienen suelto eso todavía.

Lo que ven los chicos en la pantalla

E.G.: Pregúntenle a los chicos qué querrían poner ellos en pantalla.
El problema es que… y acá va el tema: hoy preguntarle a un chico qué quiere ver en pantalla es un tema complicado porque lo que el chico ve en pantalla desde que nació, y por lo menos desde los ’90 en adelante –pero era de antes- es una penetración absoluta en cuando al cable y lo que significa todo lo que es lo norteamericano. Toda la programación infantil que se emite en Argentina es norteamericana, con un imaginario determinado y con determinadas pautas culturales, etc., etc. Por lo tanto hay una transculturalización absoluta en un chico de 8, 9, 10 años que hace 4 años que está viendo claramente 3, o 4 horas de TV por día. A eso agreguémosle hoy las dos o tres horas que juega con videojuegos ―y esto no es en contra de los videojuegos, sino de los contenidos que los videojuegos trasladan―, agreguémosle todo lo que significa una pantalla digital en su poder, que hoy ya no es tema de las clases medias altas, sino que atraviesa a toda la sociedad. Entonces, si hoy yo le pregunto al niño qué quiere ver, es muy posible que no salga del esquema que conoce.

El cine en la televisión

E.G.:
En televisión es mucho mas mía la película. El nivel de apropiación de lo que hay en pantalla es como el de la computadora: es mío, enciendo y apago. En la sala yo soy, aparte de uno más rodeado de la oscuridad, uno entre tantos, y eso es más grande que yo, más importante. Y dice cosas que yo entiendo o son importantes o me gustan, pero yo no soy dueño de eso, y además soy uno entre todos; es la concepción del sujeto como público lo que aparece. En la sala quedamos envueltos, o sea, la famosa metáfora del útero materno, toda esa historia que quedamos así encerrados como adentro del útero y escuchamos todos los ruidos, es lo mismo.
Sin haberlo pensado nunca se me ocurre que de la pantalla grande no me puedo apropiar, solo puedo imaginar en todo caso. La televisión me achica, me achica la posibilidad de… no de imaginar acerca de lo que veo, sino de lo que yo puedo hacer con lo que veo. Con la pantalla grande me quedo sentado y me aguanto, o me levanto y me voy. A la pantalla chica, yo la manejo.

Nuevos paradigmas emergentes

E.G.: Lo más violento es la presencia hegemónica del pensamiento yanqui –yo siempre digo “gringo”, pero tengo claro que es bien agresivo cuando lo digo-. Es lo que me suscita a hacer zapping. Los paradigmas estadounidenses son los que se nos inoculan y y que no es cercano a lo propio, salvo que lo propio para nosotros sea lo norteamericano, que ya es otra cosa. La palabra inocular ya no es ingenua, inocula algo que va a trascender la decisión de poder volver atrás, porque es como cuando me muerde la cobra. Pero la inoculación en el caso de la cobra es mucho más seria, rigurosa y moral porque está a la vista y porque tengo al inoculante, el atacante adelante; en cambio la inoculación mediante la pantalla es una inoculación encubierta, tramposa, porque además el mensaje es “mirá que valioso, o qué bueno o cuan potente es lo que yo puedo hacer”, aunque no sea valioso ni bueno. Entonces a mi me producen una impresión de peligrosidad el acervo o las latas con que nos intoxican permanentemente desde una cultura que es la de ellos y con la que se sienten cómodos, pero que a mi generación –yo tengo 82 años- le produce profundos malestares. Pero porque yo estoy afuera de la inoculación. Entonces me parece que tenemos que aceptar que la tendencia histórica ―es terrible lo que voy a decir, pero qué le vamos a hacer― no vuelve atrás, es que somos sujetos inoculados por criterios estadounidenses que ―y aquí voy a hacer una lectura política inhabitual absolutamente en mí― se contrapone con una presidenta que está mandando al demonio a las grandes transnacionales: es decir que dice “no, la deuda externa no, y el banco mundial no”. Que en todo caso es parte de una filosofía, pero que todavía no pasa por todos los niveles del país.

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